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La entrevista y los grados

En dos días la televisión ha acogido a dos de sus hijos pródigos. Dos personajes públicos de primera magnitud que no se prodigaban hace tiempo: Mariano Rajoy y Kiko Rivera. Una coincidencia como otra cualquiera, por supuesto. Nada tienen que ver el uno con el otro. El primero ha vuelto por elecciones y el segundo, por dinero. Tal vez por eso el interrogatorio más duro fue para el hijo de Isabel Pantoja el viernes en el Sálvame Deluxe. Mientras la tonadillera persigue el tercer grado su hijo no tiene más remedio que sufrirlo en Telecinco cuando acude a por su cheque.

Mucho más suave resultó el regreso del presidente del Gobierno a un plató. Después de la incisiva entrevista que le hizo Carlos Alsina en Onda Cero y del resultado de las elecciones catalanas, Mariano Rajoy jugó sobre seguro en su visita a la tele. Sin mesa ni diván, se sentó el jueves frente a Gloria Lomana en el prime time de Antena 3. Un escenario ya conocido en el que la previsible falta de sobresaltos restó interés a la conversación, efectivamente demasiado previsible. Y eso que el presidente del gobierno traía un titular bajo el brazo: la fecha de las elecciones generales será el 20 de diciembre. No fue suficiente para ilusionar a la audiencia, que resultó escasa. El cliente siempre tiene razón.

Es muy probable que congregue más espectadores Soraya Sáenz de Santamaría en su visita a El Hormiguero pasado mañana. Será la primera vez que un alto cargo del Gobierno acuda al programa de Pablo Motos. Otra coincidencia: cuanto más cerca están unas elecciones, más proclives son los políticos a pasar un rato con Trancas y Barrancas y no será por falta de amabilidad con sus invitados. Aunque también es verdad que la vicepresidenta acudió hace un mes al plató de Al rojo vivo y el programa de Ferreras en La Sexta resulta un territorio mucho más hostil para La Moncloa.

CADENAS HERMANAS. Desde luego, hablando de política, Antena 3 y La Sexta no parecen cadenas hermanas. No había más que verlas hace una semana en la noche electoral catalana, compitiendo con dos programas especiales tan distintos. En estas ocasiones no hay programación multicanal de Atresmedia que valga, por mucho que se hubieran ahorrado un dineral. Son públicos diferentes y La Sexta volvió a llevarse el gato al agua, si me perdonan la expresión.

En estos casos el grupo Mediaset es mucho más práctico: envía a Cuatro a una guerra perdida y dedica la noche electoral en Telecinco a Gran Hermano. Y, claro, fue el debate más visto. Por algo es la cadena líder de audiencia y en septiembre sus informativos han sido los más vistos. Complejos, ni uno.

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