Que este año la dinámica meteorológica dista mucho de las dos anteriores ya lo comentábamos en anteriores artículos, de hecho ya hemos podido observar una borrasca importante en nuestras proximidades en el Mediterráneo Occidental, eso sí, aún no se ha dado un episodio que de forma general riegue de forma abundante un área grande de nuestra cuenca. Y es que la borrasca de la semana pasada finalmente dio sus acumulados más importantes en Córcega y Cerdeña, además del Sureste Francés, donde las inundaciones incluso han dejado víctimas mortales.

Una de las posibles causas a las que se puede achacar el mayor movimiento de la situación meteorológica en nuestra zona desde ya el mes de agosto, con mayores y frecuentes ondulaciones de la circulación general, es la extensa anomalía fría de las temperaturas de la superficie del mar en el Atlántico norte, que se encuentran entre 1,5 y 4ºC más frías de lo habitual, lo cual representa la extensión de agua más grande del planeta con temperaturas más bajas de lo normal en estos momentos. Esta anomalía de temperaturas puede tener gran repercusión en las condiciones meteorológicas de buena parte de Europa, ya que facilita condiciones de estabilidad allá donde se encuentra, razón por la que las borrascas tienen menor energía en su tránsito por el Atlántico Norte y por tanto existe mayor chance para que el anticiclón de las Azores pueda ondular la circulación de las mismas o incluso bloquearlas, puesto que también las aguas más frías en la zona le suponen un fortalecimiento. Sobre Europa, asimismo, este escenario también favorece la aparición de anticiclones sobre el mismo continente, puesto que el frente polar conformado por las borrascas atlánticas carece de la suficiente fuerza como para barrer dichos anticiclones e instaurar el habitual régimen de viento de poniente en toda Europa.

Las anomalías térmicas de este tipo pueden aparecer por una combinación de diversas razones.Venimos de dos años con unos vientos de poniente más pertinaces de lo habitual, por lo que es factible que dicha circulación de borrascas haya provocado este enfriamiento al consumir la energía del océano y desviar las corrientes cálidas en superficie. También pudiera ser que, por estar experimentando estos últimos años uno de los que mayores deshielos árticos estivales, el agua dulce y fría del polo norte se haya deslizado hacia el Atlántico Norte provocando esta alteración del patrón habitual de temperaturas del Atlántico Norte. En cualquier caso, la anomalía a la que hacemos referencia puede durar varios meses más y también marcar un invierno, que de seguir la dinámica actual con ausencia de circulación zonal persistente, podría ser más duro de lo habitual en Europa. Todo en un año en el que con el fenómeno del Niño se espera que sea a nivel global uno de los más cálidos de la historia. Cosas del clima.