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Alfons Garcia

El arte de sobrevivir

La historia del hombre, igual que la de cualquier ser vivo en el planeta, trata sobre todo de crear estrategias de supervivencia [?] La vida es el arte de sobrevivir». La frase, tan cierta como desencantada, es de Henning Mankell, del último Mankell, el enfermo, que no el moribundo. Está extraída de su último libro, Arenas movedizas (Tusquets), publicado en España pocas semanas antes de su muerte. Puede sonar improcedente, pero el mutis por el foro del novelista ayuda a entender mejor el libro, su razón de ser. El peso de la enfermedad y la primera persona llega a ser aplastante en un libro que ahora adquiere el carácter de testamento. Uno entiende que Mankell, desde el deseo de perdurar, de vivir, está intentando explicar y explicarse la muerte, que es lo mismo que intentar entender la vida. Mankell abrió el camino a Larsson y el resto de negros nórdicos que han triunfado en los últimos años con un estilo mayoritariamente diferente al suyo. Si su literatura es universal lo es principalmente porque Kurt Wallander, su mejor creación, es una buena síntesis del género humano, un espejo de lo que somos y no de lo que un día de adolescencia soñamos ser: sobrio, desilusionado, con temores y debilidades, y sin efectos (ni afectos) especiales. Mankell vivió sus días después del cáncer con la esperanza de «nuevos instantes de paz». Si él ya nos los vivirá, ha regalado a los demás poder gozarlos con su literatura. Y, al fin y al cabo, de eso se trata cuando se escriben libros. De perdurar.

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