Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El bailecito

Después de ver a Soraya Sáenz de Santamaría divirtiéndose en El Hormiguero, no quiero ni pensar lo que pasará si Pablo Motos lleva a Miquel Iceta, el político bailongo por excelencia. Porque lo que queda del paso de la vicepresidenta del Gobierno por El Hormiguero es, sobre todo, el baile. Una coreografía sencilla y ensayada para sacar al personaje de su rol y que se desmelene. Iceta, que en este caso es el mejor crítico posible, ha dado su aprobado a la vice y considera que «Soraya tiene un punto».

Tiene razón el líder del PSC, porque de ganar puntos se trata y alguno se habrá llevado la segunda de Moncloa en su versión informal y danzarina. Puntos de popularidad siempre en clave electoral, porque al calor de las urnas los grandes nombres de los partidos acrecientan su interés por arrimarse a la pequeña pantalla más allá del mítin, esa antigualla en fase de extinción. Ir a sentarse frente a Trancas y Barrancas es garantía de buen rollo, de repercusión pública y trato exquisito. Se pueden ganar más puntos con un bailecito en El Hormiguero que con muchos argumentos en un largo y acalorado debate en La Sexta Noche, por ejemplo. Y sin necesidad de enfrentarse o abrazarse a Inda y Marhuenda. No debemos descartar que, ante el éxito incontestable de las entrevistas de Bertín Osborne, algún político entre a su trapo campechano para charlar, bailar o lo que haga falta.

¿Se han fijado ustedes en lo mucho que se baila en televisión? Aun huérfanos de Mira quién baila o Fama, solo hay que fijarse la publicidad para ver la cantidad de cosas que nos venden bailando. Es un no parar. Solo faltan Don Limpio y Matías Prats en clave dancing. ¿Se lo imaginan? Permítanme que insista.

Compartir el artículo

stats