Ayer se produjeron las primeras heladas de carácter generalizado en las tierras altas del interior peninsular. Los termómetros cayeron por debajo de los 0 ºC tanto en las mesetas como en numerosas comarcas del interior de las comunidades mediterráneas. En Vilafranca del Cid (Castelló) se registró una mínima de -1,4 ºC y en Llorac (Tarragona) la estación meteorológica automática de Aemet marcó -0.4 ºC. En puntos de Aragón, Castilla-la Mancha y Castilla y León hubo heladas notables para el mes de octubre, con registros inferiores a los -5 ºC. No podemos considerarlo algo fuera de lo normal, pero es más frecuente que estos primeros fríos nocturnos de la temporada lleguen a primeros de noviembre, tal como nos recuerda el refrán: «Por Todos los Santos, hielo en los altos». Lo cierto es que las condiciones atmosféricas reinantes son propicias para las heladas nocturnas. Tenemos un anticiclón centrado sobre la Península, aire relativamente frío, calma atmosférica y cielos despejados en amplias zonas de España. Y a estas alturas del otoño, mediado el mes de octubre, la noche es más larga de lo que parece, a pesar de que aún tengamos la sensación de que el verano acabó anteayer. Pero no: en octubre la noche dura aproximadamente lo mismo que a finales de febrero, ya que sólo estamos a poco más de dos meses del solsticio de diciembre, que marca el comienzo del invierno astronómico en el hemisferio norte. Toca abrigarse por la mañana.

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