Han bastado cien días del gobierno valenciano bipartito para que las esperanzas sembradas en el pacto del Botánico se esfumen. Lo mismo que a los Verdes nos obsesionó «la unidad de los ecologistas», ahora el oxímoron político de moda es la confluencia de las izquierdas. Hay que reconocer a Podemos su habilidad para huir del gueto en que la izquierda se ha convertido para muchos progresistas de buena fe. Sorprende la política camaleónica de Compromis que pretende ser a la vez naranja (valencianista), verde (ecologista) y rojo (socialista); me parece que tendrá el mismo final que todos los matrimonios de conveniencia: el cónyuge viudo vivirá de las rentas que pueda producir el difunto antes de expirar.

Es interesante observar como Ahora en Común, un movimiento que pretendió dar continuidad al relativo éxito municipal de las llamadas confluencias, no haya logrado pasar la prueba del algodón. Aunque los Verdes sigamos buscando nuestro propio camino y espacio político es de justicia reconocer que han sido voces de Izquierda Unida las que han sabido articular en muchas ocasiones un discurso político pacifista y ecologista cuando nuestros líderes verdes semejaban sordomudos. ¿Cómo es posible que llegada la hora de la verdad no se encuentre #somethingincommon para aglutinar una lista electoral? En todo caso, este fracaso disipa nuestras dudas. Nuevamente una candidatura verde autónoma tratará de concurrir a las generales porque el ecologismo político es una ideología autónoma con su propio espacio político y que tiene derecho a reclamar directamente el apoyo a sus votantes y simpatizantes: los ecologistas.

A despecho del nunca bastante denostado sistema electoral que padecemos, con sus barreras que laminan el pluralismo „una causa que no deja de encontrar cómplices„ y la obligación de recoger firmas para poder presentarse a las elecciones para los extraparlamentarios, tener que superar elevados porcentajes de votos para obtener representación, expulsión de los medios de comunicación a los minoritarios, carencia de financiación que permita competir en condiciones de igualdad con candidaturas dopadas... A pesar de todo, el bipartidismo no se podrá sostener sin el concurso de nuevas fuerzas políticas emergentes. Esa es su responsabilidad.

La izquierda no es fundamentalmente una indicación espacial, y por tanto relativa; debería ser ante todo una comunidad de valores. El ecologismo político posee otra escala de valores nítidamente diferenciada del nacionalismo o del socialismo. Por eso el econacionalismo como el ecosocialismo son políticas transgénicas. Nada en común con las políticas ecologistas con de