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Suponíamos a Irene lozano incapaz de entrar en un partido en el que admitieran a gente como Sánchez. Pero no. He ahí un seguro de cuatro años al precio de desdecirse.

Toni Cantó ha acabado en Ciudadanos e Irene Lozano en el PSOE. Los partidos grandes se reparten los restos de UPyD como los soldados romanos la túnica de Cristo. No hay sonido más audible que el que produce el desgarro de un tejido. La política como ganapán. Le pregunté en la radio a Irene Lozano, por quién siento cierta simpatía, si no había dudado ni siquiera un minuto, por razones estéticas, y me dio una respuesta política. Significa que no dijo nada. Esa misma tarde, las radios reprodujeron los piropos que la diputada había dedicado al PSOE durante la legislatura que agoniza. Les dijo de todo. La suponíamos incapaz por tanto de entrar en un partido en el que admitieran a gente como Sánchez. Pero no. He ahí un seguro de cuatro años al precio de desdecirse hasta el tuétano. Ya no le importan ni el bipartidismo ni la corrupción ni la regeneración democrática.

Un minuto. ¡Nos habría gustado tanto que dudara un minuto! Uno de los problemas del votante frente a los partidos tradicionales es que apenas se diferencian. Llegado el momento, todos son intercambiables, o reversibles, como las gabardinas. Irene Lozano lo acaba de demostrar. También lo ha demostrado Sánchez al ofrecerle trabajo. Le pregunté a la exdiputada de UPyD qué puesto le iban a dar en las listas. Dijo que lo ignoraba, pero se supo horas después. Lo más probable era que mintiera. El puesto forma parte de la negociación, o del negocio, como prefieran llamarlo.

-No voy a pasar este bochorno -le diría a Sánchez- si no me colocas bien.

No bien, muy bien: el número cuatro. Se comprende el enfado de los militantes de toda la vida. Pero vamos a ver, ¿por qué el PSOE hace esto? ¿Necesitan de verdad a Lozano para lo que sea que la hayan contratado? Es evidente que no. ¿Entonces? Por puro márquetin, o marketing, o mercadotecnia, elijan ustedes el término. Sánchez debe de haber sido vendedor en una existencia pasada, posee la arquitectura física de un comercial, pero le falta, pues ha descontentado a muchos sin contentar a nadie, excepto a Lozano, le falta, decíamos, tacto. Y es que la política no es un chiringuito, o no debería serlo. Y ahí los tienen. Argumentando.

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