Parece que en el Consell no tienen fácil nombrar a un director general, entre otras razones por el escaso salario del cargo. Ya dijo Isabel Bonig que los sueldos de los cargos públicos valencianos son bajos y no propician que los mejores entren en política. La responsabilidad que tienen requiere que cuenten con un buen bagaje profesional, y eso hay que pagarlo. Visto así, resultaría que los mejores sólo serían quienes ya tienen altos ingresos, por ser dirigentes del sector privado, profesionales liberales de renombre o funcionarios de alto rango. La Administración no podría reclutarlos, al carecer de unos salarios competitivos. Sin embargo, quienes así opinan olvidan que en política entraron personas que en principio no tenían una brillante trayectoria, pero que ejercieron sus cargos con eficacia. Todos recordamos a unos cuantos. Como recordamos a otros de elevado nivel adquisitivo o académico que resultaron nefastos. No siempre el mejor banquero es un buen alcalde.

Es cierto que los salarios públicos pueden haber disuadido a alguno. Pero los cargos públicos conllevan más que un sueldo. Lo normal es que los ocupen personas que llegan con proyectos e ideas, que esperan hacer méritos ante los ciudadanos y ante su partido. Si consiguen escalar peldaños en la política, su triunfo será completo. Puede haber individuos bienintencionados, resignados a perder ingresos, pero dispuestos a engordar su ego. También puede haber bienintencionados que, en vez de disminuir, incrementen sus sueldos. Y que no hay motivo para descartarles de entrada. También pueden ser imaginativos, honrados, sensatos, capaces de analizar y resolver problemas, y a su vez deseosos de henchir su ego.

El problema no es que temporalmente algunos puedan ganar menos. La presencia en los medios, los oropeles y el posible agradecimiento de los ciudadanos pueden compensarles. Su preocupación mayor suele centrarse en cómo obtener una salida adecuada cuando cesen en el sector público. Al cargo que fue directivo de una empresa o profesional liberal puede resultarle imposible alcanzar su nivel anterior. Incluso los funcionarios, que tienen reserva de puesto, no reingresarán normalmente con el mismo rango que tuvieron y, pasados los años, habrán quedado sobrepasados en el escalafón. No es fácil la salida de la política y eso disuade más que el sueldo. Por supuesto que los sueldos deben ser suficientes y adecuados, pero también habría que facilitar el tránsito profesional a quien temporalmente accede a un cargo público.