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El fin del botellón en V.O.

Ante los últimos acontecimientos y noticias no tengo más remedio que opinar (aunque a nadie le interesen mis opiniones).

Todo comenzó cuando leí en este periódico que la Concejalía de Juventud de Valencia, a cuyo frente está María Oliver Sanz, había encontrado la manera de acabar con el botellón. Me alegré mucho. Pero tras leer la información resulta que la estrategia de la señora concejala consiste en ofrecer a los jóvenes borrachos que vayan al cine, concretamente sólo lo sábados, bajo el lema «Viu la Nit». Entradas gratuitas para únicamente cincuenta jóvenes y jóvenas, y en dos cines, ABC Park y el progre Babel, cuya clientela no es de botellón, sino de pensar y deprimirse bastante con películas iraníes o danesas en versión original con subtítulos en español, ni siquiera en valenciano.

Me atrevo a decirle a doña María Oliver Sanz, con todo el respeto que merece su ocurrencia bienintencionada, que el botellón y el cine de arte y ensayo están reñidos. Nadie sustituye el botellón para ver Kandahar, del iraní Moceen Makhmalbaf, en V. O. O, en todo caso, los jóvenes que acudan al cine, porque es gratis, a la salida pueden agregarse a uno de los numerosos botellones de la ciudad. También es muy probable que ya hayan hecho el botellón el jueves (noche crítica) o el viernes.

Visitando el Facebook de la señora concejala de Juventud, observo que le gusta mucho un grupo de rock alternativo, Dinosaur J. R. (la misma bazofia de siempre). Como todo el rock (alternativo o no) entronca con el botellón. El botellón, el rock y sus revistas (concretamente Mondo Sonoro: supura mucha ideología antisistema) son almas gemelas, e incluso la semilla de los denominados partidos políticos emergentes. Emergen de este ruido nihilista, trufado de anfetaminas. Por consiguiente, señora Oliver (humildemente le reconvengo por sus preferencias paramusicales) programe gratuitamente grupos de rock alternativo (con barra libre), de jueves a sábado „en los Jardines del Real o Viveros Republicanos„ y comprobará cómo se esfuma de los barrios el botellón.

Otra noticia o acontecimiento digno de glosar es la transformación del batlle Joan Ribó en Rita Barberá. En efecto. Así es. Con motivo del nombramiento de las falleras mayores „un secreto de Estado siempre„ el primero en saberlo fue Joan, como Rita en las legislaturas anteriores. Y para informarles de su nombramiento, les llamó por teléfono para comunicarles la buena nueva, siguiendo la costumbre de Rita. Después, fue a sus domicilios, en bici, para felicitarlas personalmente. Tal vez lo obsequiaron con unos fartons. Siempre he sospechado que en muchos aspectos no hay tanta diferencia entre Compromís y Unión Valenciana. Joan Ribó y los suyos son tan blaveros, aunque cuatribarrados y con el amb en lugar de ab y escaient en vez de oportú, como el populismo fallero lizondista.

Otra información también me causó perplejidad (relativa: las nuevas chorradas no cesan). Un proyecto progre llamado «La nueva masculinidad igualitaria». ¿En qué consistirá? No se sabe. Permanezcamos a la espera de un desarrollo teórico y un manual

de instrucciones. Hay que darle visibilidad al hombre nuevo. ¿Será el modelo que anuncia calzoncillos en los grandes almacenes, con barba de cuatro días y mucho gimnasio?

¿Y qué decir de la transparencia? Se han abierto las puertas del ayuntamiento y de muchos palacios y monumentos. La muchedumbre se ha precipitado para entrar y fotografiar sus interiores y menudillos. El artesonado, tal o cual silla o sillón. Los espejos. Transparencia y no el asalto al Palacio de Invierno. Fotos hechas con móviles o tabletas y por tanto borrosas. Pero es la transparencia. Y los comentarios pueriles: «¡Hay que ver cómo vivían estos tíos!».

La bicicleta está transformando Valencia. Loor y prez para el napolitano concejal de Movilidad Ciudadana, Giuseppe Grezzi, ése que se dedica a grabar en vídeo a los concejales del PP.

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