Todos esperando a que el nuevo gobierno autonómico incluyera en los presupuestos los fondos necesarios para la reanudación de las obras de la línea T2 de Metrovalencia, que unirá un día Orriols y Nazaret a través del centro de la capital, y la primera noticia es la retirada de las vías en algunos de los tramos que ya las tenían puestas.
La T2 de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana es una de las obras que el Consell del Partido Popular decidió paralizar cuando las arcas empezaron a quedarse vacías. Entonces, toda la oposición municipal y autonómica y, en privado, algunos relevantes mandatarios de la formación gobernante se quejaron amargamente por el parón de un proyecto que tiene una importante capacidad de transformación de la capital gracias a un medio de transporte público, eficaz y limpio.
La oposición de entonces es el gobierno de hoy, pero sólo el ayuntamiento ha reaccionado, y tímidamente, a la extracción de las vías que nunca se estrenaron. El pleno debatirá una moción para pedir que se reanude la obra. La condena desde la afinidad política será liviana. Como siempre. En la oposición se vive mejor.
Desde el estadio del Levante UD hasta el Pont de Fusta en superficie; en túnel bajo El Carmen, plaza del Ayuntamiento y Russafa y de nuevo en superficie desde General Urrutia hasta Nazaret, la línea T2 estaba tan perfilada que tiene hasta las estaciones y sus bocas de acceso hechas en Germanías, Reino de Valencia o Tavernes de Valldigna. Se sentía tan próxima la circulación de tranvías que hasta se plantó césped alrededor de la vía para minimizar el impacto visual de la plataforma, pero todo fue un espejismo. El proyecto de reducción drástica del tráfico privado en el centro de Valencia no podrá contar, por lo visto, con esta aliada tan esperada como conveniente, en la que ya se llevan gastados decenas de millones de euros y en la que es necesario invertir por lo menos otro tanto para ponerla en servicio.
