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Los marcianos

La empresa aeroespecial Emxys, radicada en Elche, con la participación de la Politécnica de Valencia, ha desarrollado un prototipo a fin de traer rocas y suelo de Marte optando a integrar la misión Mars Sample Return, la más costosa y compleja exploración del planeta rojo que necesitará más de 5.000 millones de dólares para ponerla en órbita, que la Nasa y la agencia europea confían en lanzar durante la próxima década. Es algo que no entiendo del programa espacial: si Matt Damon ya está allí, ¿por qué no se le pide el favor? Y tampoco tiene mucho sentido que parezca que la Nasa anda pisando huevos en sus últimos proyectos si los del laboratorio ni siquiera van al cine.

Ridley Scott ha cogido a su vez los elementos descritos en el best seller de Andy Weir, que no a pocos los tenía esperando impacientes su amerizaje en la gran pantalla y viviendo prolongadamente en Marte tal como está el patio. Al igual que suele suceder en la mayoría de casos, la versión cinematográfica no puede trasladar al milímetro la cantidad de obstáculos que solventa el personaje en su aventura pero sí que logra algo que en el género se echa cada día más en falta: entretener un huevo. Además, para los cercanos especialistas que han dado con la tecla del diminuto sensor de navegación que incorporará la cápsula esférica para que el satélite de la agencia europea localice y cace sus objetivos hay una buena noticia: Marte no es tan inhóspito como lo pintan; Matt, que pudo sembrar patatas, se puso como el Kiko.

Lo mejor es que a una pléyade de científicos le ha encantado la peli y que a unos cuantos críticos del celuloide les ha servido para decirle de todo a Ridley al poner el acento en que elude la angustia infinita que se padece en un sitio tan lejano afrontando una situación límite. Coño, para eso ya tenemos la Tierra.

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