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José Sierra

Comer: Un placer que se desvanece

Qué semanita! Media España, la del chuletón de buey, la ternera y el cordero, y la otra media, la que exprime el cerdo hasta la extenuación, está de luto y sin capacidad de respuesta. La Organización Mundial de la Salud (OMS), a quien solo cabe rendir respeto y agradecimiento por su labor en defensa de la salud de los terrícolas, ha decretado que las carnes , y en especial las carnes rojas, sus «elaborados» y derivados, incluidos algunos embutidos, cecinas y preparados„ también las hamburguesas (ojo! que fueron el primer titular y ya han desaparecido de la agenda. Poderosa industria) „ son potencialmente cancerígenas. No les cuento, porque lo saben bien, la que ha liado la OMS, revestida como está de la máxima «auctoritas», ahuyentando a millones de consumidores de productos de cuya elaboración (y consumo) dependen miles y miles de personas en el mundo. A veces cuesta creer que no hay en el mundo un poderoso sector y hasta un complot dispuesto a acabar con los carnívoros humanos. Escrito con todo el respeto, la realidad es que cada vez hay más y más combativos veganos militantes y los estudios sobre la elevada huella hídrica, de carbono, de metano y «nosecuentascosasmás» de un kilogramo de carne son, de creer a pies juntillas sus conclusiones, para echarse a temblar. Si finalmente la temperatura sube más de dos grados a final de siglo no crean que es culpa de la industria del carbón y la del acero, sino de pobres vacas maleducadas y de sus irresponsables granjeros

En paralelo, el Parlamento Europeo aprobaba el miércoles simplificar los procedimientos de autorización de «los nuevos alimentos», entre los que figuran los insectos, nanomateriales (pregunten a Ferran Adrià), hongos, algas y nuevos colorantes. En definitiva: quizá ha llegado el momento de preocuparnos. Nuestro pensamiento va en primer lugar a quienes viven „hambrientos„ ajenos a este debate y, muy en segundo plano, a quienes, pese al placer de la comida, de la buena comida, son receptivos a este tipo de mensajes. Menos mal que nos queda la cocina mediterránea „de momento a salvo de las críticas„ y nuestras idolatradas lentejas, garbanzos y bajocas (alubias, en castellano normalizado). Preferiblemente con algún «tropezón», claro.

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