La OMS desaconseja abusar de la carne procesada, esto es, «cualquiera que haya sido transformada con salazón, curado, fermentación, ahumado u otros procesos para mejorar el sabor y preservar el alimento». Sus estudios apuntan a que la carne roja podría ser cancerígena, así que, por si las moscas, mejor dosificarla. Triste noticia, amigos, amén de revolucionaria: obituario al beicon, el chorizo y la hamburguesa, loada necrológica a esas carnes prietas que dignificaron comilonas, navidades, cenas de empresa. Histórico notición de una sublevación gastronómica „y gástrica„ en donde los otrora grasos aliados „gloria bendita de embutidos„ cambian de bando. ¡Estoy dispuesto a proclamar los beneficios del colesterol urbi et orbi!

¡Maldita OMS! A fin de cuentas ya conocemos su monserga: «Lo que no mata te hace más fuerte». La vida mata, quien respira muere y si pisas la calle asumes los riesgos correspondientes. El lenguaje poético de García Lorca ejemplifica una verdad verdadera indigesta „o eso parece„ para la OMS: «como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir». Y es que, quizá movido por mi escepticismo innato, sospecho de cierto afán por amargarnos la existencia. Ejercito una vida saludable sin caer en el ridículo „no soy un tiquismiquis„, de ahí que disfrute los placeres de la mesa: un cruasán en el desayuno, la morcilla en el almuerzo y, si se tercia, esa gustosa panceta que recompensa la jornada.

¡Qué sabrán de la vida esos científicos lumbreras! El azar y las circunstancias requieren una actitud carnívora. El jamón curado, los embutidos y unas migajas de poesía€ ¡Eso es vivir! Así que he decidido asumir los riesgos de la vida „que para eso es mía„ y desde esta tribuna mi más sonora pedorreta a la OMS y a los guardianes de la salud. Ya lo dijo Lorca, papanatas: «Desechad tristezas y melancolías. La vida es amable, tiene pocos días y tan sólo ahora la hemos de gozar».