Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

En el curso del tiempo

Salía Guillermo Carnero de un flamante ascensor del Ateneo Mercantil y casi ni me reconoce, somos ahora dos versiones de El retrato de Dorian Gray. No había podido seguir su curso sobre literatura y la Gran Guerra. Me lo perdí a mi pesar, y me reenganché el último día, por suerte, en que hizo un repaso tan magistral como documentado de las vanguardias que surgían en plena guerra en el corazón de Zurich, donde no ha vuelto nunca a crecer la hierba. Pero Dadá fue algo serio, aunque él afirma que duró poco. Menos duran los terremotos y lo destruyen todo o casi todo. A mí me seduce Zurich, por Thomas Mann mayor, por Musil exiliado, por Adorno, por Lenin, por ese cabaret Voltaire y esa actriz tan enigmática y Ball, que lo inventó/intentó casi todo. Y porque vi El Circo del Sol dos veces y salió el sol para mí y en el hotel Schweizerhof subió por la escalera radiante

Carnero recorrió la senda de Dadá al surrealismo y nos llevó a México y a la muerte de Trotski, con Diego Rivera, el bueno, y no mencionó a Siqueiros ni Renau, pero sí al piolet (no a Elsa Triolet, aunque también a Aragon). Vaya arma. Me encantan los manifiestos de André Breton, de Dalí joven y de Luis Buñuel. Nadie ha explicado mejor la imagen-clave-enigma de El perro andaluz o la magistral pintura El gran masturbador, que vi en el Reina Sofía. Qué goce, va de soi, que esa conferencia de dos horas (y las que le han precedido), debe editarse conjuntamente en un libro, poer ejemplo en la Institució Alfons el Magnànim (dos años empantanada) o en un número extra de Debats (tras cambiar de su ignominiosa directora). Es algo digno, necesario y deseable.

Sólo reconocí a dos amigos, amén de su bellísima esposa „a quien descubrí en la oscuridad, muy nabokovniana ella, con echarpe de color champagne„ y al final, a su hijo, más ruso y chejoviano. Hubo quien ha seguido las dos tandas del bien trazado curso. Carnero tiene una gran capacidad de comunicación y una manera de distanciarse de la materia con la ironía, siempre su arma predilecta, y mucha libertad, rara en una universidad anquilosada y en decadencia total. ¡Qué desorientada anda, qué vendida está, qué aislada en una nube de inanidad!

Icardo y yo, que desde los setenta o antes le tratamos, confirmamos que nos asombra, por su elegancia y erudición, su capacidad y su lealtad sin cambios. Ya nos asombraba antes. Aproveché el entreacto para mostrarle la foto que verán en mi exposición y dio el visto bueno. Si luce como Jasón al volver a casa con el Vellocino (tenía 19 años o eso entonces). Y varios libros publicados, entre otros, el primero, Dibujo de la muerte, increíble en alguien tan vitalista, tan arriesgado en su vida privada.

Disentimos en cuanto a las obras de Kurt Schwitters, a quien admiro, y de quien él abomina (los museos tienen la culpa de todo, sugirió). Le recordé que Paul Bowles, a los 16 años, fue a hasta Berlín para conocerle, ya conocía su revista, Merz, un prodigio. En el fondo está el fetiche, l´objet trouvé, y el arte negro, que él señalaba oportunamente, o las reliquias de santos (o no).

Como nadie ha constatado el paso de este curso eminente „y aunque tengo escritos los seis siguientes artículos de mi anti-campaña„ ahí va ésta: va por ti, Guillermo, a verónicas o a puerta gayola. Te brindo este mihura pánico.

Compartir el artículo

stats