Poco ha durado la patraña de que PSOE y PP son lo mismo. Justo el tiempo en que miles de personas progresistas se han dado cuenta en toda España de que esa teoría beneficiaba a€ Rajoy. Es lo que tiene la pinza, en cualquiera de sus acepciones conocidas y por conocer, que siempre acaban constituyendo un auténtico balón de oxígeno para la derecha en apuros. Por eso no duran, pese a su efímero apogeo. El votante de centro izquierda, consciente de su poder como actor de cambio, no le presta mayor recorrido. La envolvente contra natura, convenientemente castigada en Extremadura, constituye todo un aviso para navegantes. Por el contrario, la capacidad de pacto leal del PSOE en Andalucía y Comunitat Valenciana es valorada por la ciudadanía y marca, de cara a la inminente gobernanza de España, líneas complementarias de encuentro.

La agitación del fantoche del bipartidismo, como concepción igualmente reduccionista que pretendía negar el derecho del PSOE a ser escuchado, también ha empezado a resquebrajarse, tan pronto como el partido socialista se ha puesto a gobernar en ayuntamientos y comunidades autónomas. ¿Cómo va a ser lo mismo otorgar la tarjeta sanitaria a los inmigrantes sin papeles que quitársela? ¿No fue el PP quien privó a lesbianas y mujeres solas el acceso a la reproducción asistida? Un derecho que en la Comunitat se acaba de recuperar. ¿En qué se parece cerrar de mala manera una comisión sobre el accidente del metro de Valencia con dignificar a las víctimas y buscar en les Corts la verdad? ¿Será lo mismo cerrar RTVV que buscar la fórmula para reabrirla lo antes posible? O gobernar „sí, señora Bonig„ priorizando a las personas. Ahora, superándose a sí mismo, Montoro pone trabas para que los funcionarios valencianos reciban parte de la extra que él les quitó.

La gente otorgará el derecho a ser escuchado a los partidos que hayan entendido el mensaje: perseguir la corrupción, abrirse a la sociedad, gobernar para la mayoría, crear y redistribuir riqueza, demostrar capacidad para llegar a acuerdos. El partido como instrumento al servicio de la sociedad y no como patrimonio exclusivo de los militantes. La crítica a los defectos del bipartidismo „¡que los hay!„ sólo era un punto de partida, un acicate que el PSOE ha convertido en oportunidad para emerger e integrar nuevas políticas con la solidez que otorga su bagaje transformador de España, como el único partido capaz de asegurar los servicios públicos de calidad, tales como sanidad, educación y servicios sociales. En cambio, el PP se ha enrocado en el inmovilismo, porque los aires de cambio le vienen a contrapelo. En su defensa acude una y otra vez a la memoria trucada „sólo en los sueños de Rajoy se ha resuelto el problema del desempleo„ y se aleja de las experiencias participativas de democracia interna.

Porque la disyuntiva, de cara a conformar una mayoría electoral el próximo 20 diciembre, estará entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy. Mientras el PSOE ha demostrado capacidad de implementar políticas progresistas, pactando con el centro y la izquierda, el PP está cada vez más solo. Para asegurar un cambio profundo y seguro, Pedro Sánchez está al servicio de España. Y por coherencia, la Comunitat, que tantas veces anticipa el cambio de ciclo político, ya marcó el camino en las pasadas elecciones autonómicas.