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EU: mejor ir solos que como «pagafantas»

El sainete de la confluencia entre Compromís y Podemos ha acabado por cristalizar por fin, al estilo de la casa: en el último momento y con sorprendentes giros de guión de última hora. Uno de los más espectaculares ha sido la oferta que Compromís-Podemos (a instancias del Bloc) le hizo a Unidad Popular para que se uniera a la coalición. Unidad Popular es, para entendernos, Esquerra Unida, convenientemente transmutada en su propia iniciativa de confluencia (¡ni un partido de izquierdas sin su confluencia a medida!).

Se trataba de una propuesta mal definida (o, mejor dicho, en absoluto definida), que en realidad respondía al interés del Bloc, socio mayoritario de Compromís, por garantizar una plaforma de partidos valencianos de amplio espectro que «despodemizase» un tanto la actual coalición, en la que el Bloc está en minoría ante Podemos y sus socios de Iniciativa, y garantizase la viabilidad del grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados.

Pero, puesto que la confluencia con EU sólo interesaba al Bloc, la oferta resultante respondía a esta realidad: al escaso interés que, en realidad, había por contar con EU. Durante meses, Podemos ha prodigado todo tipo de desplantes y desprecios a Izquierda Unida, negándose a cualquier forma de pacto. Están en su derecho, por supuesto. Pero la saña mostrada (sobre todo, inicialmente) por parte de Pablo Iglesias contrastaba vivamente con el voluntarismo de Alberto Garzón y su disposición a aguantar todo lo necesario en pos de obtener un pacto que nunca estuvo en la agenda de Podemos. Garzón, en otras palabras, se comportó como un auténtico «pagafantas». Inasequible al desaliento y a los desaires continuos, siempre esperando, siempre disponible para la pareja de sus sueños. Aunque ésta jamás se plantease, ni remotamente, acceder a sus deseos.

En el camino, Garzón ha descapitalizado la credibilidad de Izquierda Unida como opción electoral, ya muy debilitada por unos malísimos resultados en las recientes elecciones municipales y autonómicas. Una opción electoral con once escaños en el Congreso, con un recorrido electoral con continuidad en el tiempo desde 1977 y una presencia municipal que continúa siendo muy importante, se ha dedicado a mendigar alguna carantoña por parte de Podemos€ para al final no obtener absolutamente nada.

Esta triste realidad de EU, en cuanto a sus expectativas electorales y en lo que se refiere al desinterés de sus supuestos «socios», quedó clara con la oferta inicial por parte de Compromís-Podemos, que no daba a EU ningún puesto que pudiéramos considerar «de salida» en las listas al Congreso de los Diputados. Es decir, que EU tenía que aceptar ir de comparsa a cambio de nada.

Lo menos malo. Es verdad que el camino para EU, en solitario, es muy difícil: ha de sacar escaño en Valencia (en Alicante se antoja imposible), y las posibilidades de lograrlo parecen escasas. IU obtuvo dicho escaño en 2011, meses después de conseguir entrar en las Corts Valencianes, en las elecciones autonómicas de mayo. En ambos casos, logró entrar por poco, con en torno a un 6,7% de los votos en la provincia de Valencia. En 2015, como es sabido, EU no consiguió su objetivo de entrar en las Corts, y además se quedó bastante lejos de lograrlo. Su resultado en la provincia de Valencia, un 4,5%, se aleja bastante de la obtención de un escaño en el Congreso.

Sin embargo, resulta difícil saber si esta incertidumbre es peor que la «oferta» de Compromís-Podemos, consistente en diluirse como socio menor, incluso marginal, de una coalición con otros dos socios mucho más fuertes: un abrazo del oso en el que EU conseguiría, muy probablemente, un escaño por Valencia€ pero a costa de aceptar, de entrada, dicha condición marginal. Una tesitura que implicaba escaño para hoy, e irrelevancia para mañana. Y aunque EU acabe llegando igualmente a dicha irrelevancia, quizás sea mejor no aceptarlo desde un principio.

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