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Fuera de onda

Cuando voy a comer a casa de mis padres acribillo a mi madre a preguntas. Podríamos hablar del proceso independentista, de qué fuegos he apagado hoy en la oficina, o de si ya sabe a quién votará en las próximas elecciones. Pero para tener la fiesta en paz, ponemos la tele y marujeamos juntas. Anne Igartiburu es la encargada de protagonizar el hilo musical que ameniza nuestros mediodías. «¿Ese quién es?» «¿Este se ha vuelto a divorciar?» o «¿Y estos cuando se han casado?», son algunas de las perlas que demuestran mi enorme suspenso en las noticias del papel couché. Ella me contesta con resignación por no estar en su onda, hasta que su cara de pasmo releva la gravedad de mi última pregunta... Parece que Eva González y Cayetano Rivera se han casado, que lo sabe toda España, y todas las televisiones del país se han encargado de pregonarlo a los cuatro vientos. Hasta Canal Sur retransmitió en directo la boda del año, y yo sin saberlo, oiga.

Mi madre apoya la importancia de la noticia con la exclusiva de la revista Hola, enseñándome fotos, mostrándome detalles y diciéndome con su dedo acusador que tengo que estar informada de todo, porque si no, pues no estoy en la onda. Y es que resulta que en los últimos días me he dado cuenta que no tengo ni idea de motos, que no sé quién dio una patada a quién en no se qué carrera, y que confundo nombres en los programas del corazón. Estoy fuera de onda total. Me preocupo por ello y prometo comprarme el Cuore y ver más Corazón Corazón (creo que ya no se llama así). Pero si yo prometo esto, digo yo que los que sí están en la onda bien podrían preocuparse de ver un informativo completo, de escuchar la declaración institucional de Rajoy, o de saber qué es eso de la declaración soberanista de los catalanes. Me resigno, suspiro y acepto que en esta vida no se puede saber de todo... ¿No?

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