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Julio Monreal

Carteles rotos en el PP

Luis Santamaría tenía ya prácticamente en el bolsillo la designación como delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana. Hasta había recibido felicitaciones de amigos y conocidos por el que iba a ser nuevo destino político tras la pérdida de la mayoría en las Corts Valencianes y el entonces inminente pase de los populares a la oposición. Eran los últimos días del mes de junio.

Sin embargo, la todopoderosa Soraya Sáez de Santamaría tenía otros planes, y reorientó el nombramiento hacia quien había sido conseller de Hacienda de Alberto Fabra en la travesía de la escasez económica, Juan Carlos Moragues. Un delegado por sorpresa. El inquilino del palacio del Temple, instalado desde hace años en la calle de Colón por las eternas obras de la sede oficial, estaba llamado a ser una de las dos caras visibles del PP en su nueva situación tras 20 años de gobierno. El otro cartel era para la nueva líder, Isabel Bonig.

Algo se ha debido torcer en ese plan para que Moragues haya sido excluido de las listas de las elecciones generales sólo cinco meses después de que Soraya le señalara con el dedo como una de las dos referencias del PP valenciano. No se entiende que la vicepresidenta le apreciara tanto y la lideresa local no le haya hecho hueco en las candidaturas, señalándole el camino de vuelta a su puesto de funcionario. A menos que la durante 24 años alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, haya ejercido su derecho de veto hacia quien ella cree responsable de determinados informes comprometedores sobre su responsabilidad en la desastrosa gestión económica de Feria Valencia. La única persona que ha pasado tres horas en visita privada en La Moncloa con Rajoy en los últimos cuatro años parece tener un gran ascendiente sobre la nueva jefa del PP valenciano. No en vano ha tenido un papel relevante en los actos de partido organizados por Bonig. Ella, que nunca quiso irse a Madrid, ahora usa desde allí el mando a distancia.

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