Qué difícil hablarles de una de mis tantas películas memas con las que aplanar cerebro y olvidarse de que el mundo es mundo bajo el placer de una suave mantita. Qué difícil sintonizar algo que no sea un informativo, un programa de análisis geopolítico o lo que sea que esté contando la locura que azota a esto que llamamos mundo. Mentiría si les dijera que desde el viernes algo ha cambiado o que la humanidad se agota. Pero resulta que hace mucho que se esfumó. Hemos visto en informativos niños ahogados, dramas, explosiones, muertos... Odio de quien dice matar en nombre de. Pero pasan unas horas, unos días, y todo se nos olvida. Y quizá la manera en la que se trata el tema en los medios tenga gran parte de culpa.
Viernes noche. Un email en mi buzón de correo reclama mi atención. Urgente. Muertos. París. Busco a la desesperada el mando a distancia y rápidamente sintonizo el canal 24 horas de TVE. Lo que veo me mantiene despierta hasta cerca de las 2 de la madrugada. Asustada y pegada al especial informativo de TVE, alucino con que el resto de cadenas generalistas no interrumpan su emisión. Es más importante seguir con la misma porquería de siempre, cómo he podido dudarlo. Pero la noticia da para mucho y el día siguiente decenas de periodistas salen hacia el epicentro de la tragedia para seguir sin contar nada. Matar a quien sigue vivo. Hacerse selfies en el lugar de la tragedia tal como ha hecho Carlos Herrera... Siento lástima por la falta de respecto a quien ha perdido lo más preciado, su vida. Siento pena por no reparar en un atentado de El Líbano, por convertir en cotidiano el naufragio de una patera con refugiados o por olvidar en unos días lo que paró al mundo entero por unas horas. La humanidad hace mucho que se esfumó, y nos mentimos a nosotros mismos si creemos que desde el viernes algo ha cambiado.
