En los próximos días vamos a tener un cambio de tiempo drástico. Por cierto, aprovecho para meter la cuña a un anuncio de la DGT de una aplicación de móvil que, según ellos, advertirá al conductor de «cambios climáticos». ¿Cómo educar a la gente en un buen uso del lenguaje si una institución oficial confunde un cambio de tiempo con un cambio de clima? Volviendo al tema, el anticiclón subtropical que ha dominado la Península Ibérica casi todo lo que llevamos de noviembre se verá desplazado por otro anticiclón proveniente de Terranova y Groenlandia que, junto a una potente borrasca centrada en Escandinavia y ocupando buena parte de Europa Occidental, nos canalizará vientos árticos muy fríos. Seguro que no será la peor ola de frío de este otoño-invierno, incluso es probable que no sea en toda España una ola de fío propiamente dicha, pero sí será la primera irrupción fría de la temporada, con las primeras nevadas generales en las montañas y puntos de media altitud de la mitad norte, y nos llevará de temperaturas por encima de las medias de noviembre a valores por debajo de esas medias, casi sin transición.

Algunos esperamos que los hados del tiempo vayan más allá y la próxima semana el anticiclón centroeuropeo y una borrasca mediterránea, originada en esa que estuvo en el norte de Europa, nos traigan vientos del este y nordeste y un temporal de lluvias y de nieve en cotas medias en toda la fachada mediterránea, pero eso no está claro en absoluto.

Lo que sí resulta evidente es que se acabó la monotonía del llamado veranillo de San Martín que, digo yo, si recibe ese nombre de forma tradicional, tan insólito no será. Cuando acabe el mes, ¿qué recuerdo tendremos del tiempo?, ¿un inicio lluvioso y un final inestable y frío con un largo periodo intermedio insulso? Seguramente miraremos las medias y veremos que en precipitación y temperatura ha sido eso que algunos llaman normal, por no decir cerca de la media.