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Impostores, éxitos y fracasos

Le debemos a Rudyard Kipling una frase magnífica pero que nunca se aplica en televisión: «Al éxito y al fracaso, esos dos impostores, trátalos siempre con la misma indiferencia». La misma idea que ha reivindicado en Valencia el actor Ricardo Darín, que dice no ser creyente de lo uno ni lo otro y eso le honra. Pero en la pequeña pantalla, de indiferencia, nada. Mañana se despide por la puerta de atrás Carlos, Rey Emperador, una de las grandes apuestas de la temporada de TVE que no ha repetido el éxito de su antecesora Isabel. Dos capítulos del tirón y, después de Navidades, ya la rematarán. En cambio, en la televisión pública se frotan las manos con Bertín Osborne, que con menos inversión está resultando un auténtico chollo. En tu casa o en la mía ya es el fenómeno de audiencia de la temporada y sigue desbocado, de récord en récord. No hay límites al fenómeno del entrevistador que ni lo es ni lo parece, suelta las lenguas y genera titulares con una camaradería sin límites. Tan buena racha acumula el cantante y presentador que esta semana, al devolverle la visita a Pablo Motos, fue capaz de romper el techo de audiencia de El Hormiguero. Ni Isabel Preysler ni Justin Bieber, gana el producto ibérico cien por cien contra todo pronóstico. No lo calla nadie, ni Gemma Nierga, quien tuvo que aplacarle en la radio esta semana a cuenta de la memoria histórica y su apuesta personal por el olvido. Como dice la publicidad: donde va, triunfa.

Si hablamos de aura de triunfador, en estos días solo el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, podría competir con Bertín en televisión. Tanto es así que los políticos entrarán en el programa de moda, pero de momento los primeros van a ser Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Digamos que es una apuesta de TVE por el bipartidismo de siempre, para empezar. Y que, en vista del éxito, donde esté Bertín que se quiten las entrevistas de Ana Blanco de toda la vida.

EXPULSADOS. Esta semana dos concursos han despedido a sus grandes animadores. Histriones y exagerados, son los malos que necesita una buena historia. Suso, el macho alfa con complejo de guapo subido, ha abandonado Gran Hermano y Oriol, el generador de mal rollo más exagerado que ha dado Top Chef, se ha marchado con sus cuchillos fuera de las cocinas. Claro que se lo merecían y por supuesto mejorará la convivencia en sus programas sin ellos merodeando, pero son una gran pérdida. El conflicto genera interés y es lo que en la tele marca la frontera entre el éxito y el fracaso. No sé qué será del cocinero pero con Suso el tema está claro: Telecinco ha perdido un concursante de GH pero ha ganado un tronista.

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