Cuando se habla de cambio climático no se habla de nada nuevo. El clima de la Tierra siempre ha cambiado y siempre va a cambiar. Es un rasgo propio de la naturaleza terrestre y de su atmósfera circundante. Participo en un debate sobre el cambio climático a raíz de la celebración de la cumbre de París. Una persona del público, geólogo de formación, hace ver que este cambio del clima que ahora discutimos, es una cosa menor si lo comparamos con grandes alteraciones de la atmósfera terrestre ocurridas durante las eras Secundaria y Terciaria o con los acusados fríos de las épocas glaciares cuaternarias. Se trata de una cuestión de escala temporal. El calentamiento climático actual apenas tiene siglo y medio de desarrollo; en aquellos cambios climáticos de época geológica hablamos de miles de años. Pero la diferencia es que ahora estamos nosotros habitando la Tierra y nos preocupa que nos pueda afectar a nuestros modos económicos, a nuestro bienestar, a nuestra propia vida en definitiva. Pero es verdad que este cambio climático no es el más importante ocurrido en nuestro planeta, ni será el último. Pero, si se va confirmando la actual hipótesis de calentamiento por efecto de las emisiones de gases procedentes de la quema de combustibles fósiles, y sabiendo que está en nuestra mano poner remedio a este forzamiento radiactivo que estamos imprimiendo en la temperatura terrestre, está bien que el tema sea foco continuo de atención de mandatarios y ciudadanos en todo el mundo como muestra de la dejadez, desatención y escaso respeto que estamos teniendo con nuestra Tierra y que nos traerá, si no ponemos remedio, consecuencias.