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Heroína dubitativa

Ha bastado que la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, le confesase a Maruja Torres que llegó un momento en que estaba hasta el pirri de la tropa y que rebobinaría si pudiese para volver a su tranquila vida de jubilada, para que la facción épica matritense le eche en cara su desgana y su vacilación. Eso, a ellos, no les pasa: pueden acumular cuatro cargos y aún les sobra tiempo para participar en cinco tertulias (retribuidas), cobrar un sobresueldo (o dos) y tener black card y plaza reservada en media docena de consejos de administración, miren a Cospedal (la bien pagá).

Seguramente añoran a Esperanza Aguirre, la que cazaba talentos y todos le salían falsos monederos; la que ejercía de edila con su natural y conocido desparpajo, siempre arrolladora (en especial con los agentes de tráfico), siempre con la frase a punto en su boquita: «La gente sin techo perjudica las posibilidades turísticas de Madrid». También impide que nos lo gastemos todo en champagne porque, quieras que no, hay que darles la voluntad. En eso que llega Richard Gere y declara su admiración por el trabajo de la alcaldesa madrileña a favor de los que no tienen casa porque les tiraron de la que tenían. La derecha española no tiene suerte con Hollywood, decididamente (esto con McCarthy, no pasaba: tendría al pagano budista cargado de grilletes).

Si esa derecha leyese algo, aunque fueran novelas, en vez de subir el IVA a cualquier cosa que suba a un escenario, si hiciera eso, sabría que desde el Tirant lo Blanc los héroes son dubitativos, contradictorios, indecisos. Don Quijote abandona al final sus correrías y el primer oficial Starbuck arremete contra Moby Dick, después de haber lamentado la persecución obsesiva de un animal. Una vez, Carmena tuvo una cita con el heroísmo en crudo en el famoso despacho laboralista de Atocha, pero llegó tarde: tampoco el destino trágico es ya lo que era y se quedó acribillada por sus dudas. Es lo que tiene ocuparse de los problemas de las personas. En cambio si haces lo que dice Davos, todo va como una seda y te espera un retiro de lujo. Si es que no aprenden.

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