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Los huevos de Bertín

Es el hombre de los huevos de oro. Lo que toca, lo convierte en mayúsculo. Creo que llena teatros con un carromato al que sube a un chistoso de los de toda la vida, ese de los chistes de mariquitas y gangosos, un tipo moliente al que bautizaron Francisco Rodríguez Iglesias „nada que ver, ¡arriba España!, con el de Podemos„ pero conocido en el mundo de la pachanga como Arévalo. Busquen, busquen en Youtube a Rafael Álvarez El Brujo y la pildorita de 3 minutos llamada «La diferencia entre 'Yo nací' y 'Yo nasí', el acento de Lucena» y busquen, busquen «chistes de Arévalo» para ver de qué tipo de humor hablamos. Con Arévalo recorre el país a teatro lleno. Creo que no hay ni que decir que el donjuán de los huevos de oro es el señor Bertín Osborne. Además de teatros en fin de semana, llena audiencias. Pasó por El hormiguero y a Pablo Motos se le cayó a cachos el maíz de su barba cuando al día siguiente vio la cuota de pantalla. Y cada semana, como se sabe, le pone unos miles de espectadores más a la cifra de la pasada de En la tuya o en la mía. El mediocre y edulcorado cantante de rancheras nunca se fue del todo, pero ahora vive un nuevo esplendor que le sabe a gloria a una TVE casi irrelevante. ¿Qué tiene Bertín Osborne para hacer de un programa banal, cortito de miras, un éxito tan sonado de audiencia? No lo sé, y lo digo más serio que Rosa María Sardà cuando se entera en Ocho apellidos catalanes de que lo de la independencia es un invento de su nieto happy flower Berto Romero. Como diría el propio Bertín, a mí también me enseñaron a no pelearme con personas que no conozco. Y tampoco con las que conozco porque siempre habrá algo bueno en ellas, en unas y en otras. Así que Bertín, en carne mortal, me trae sin cuidado. O, como diría él, me la suda.

El machismo que no se ve. Bertín se abre de patas en su casa o en la del otro y enseña el paquete como sólo los tíos muy machos lo enseñan, como sin querer, de forma natural, así, echando una mano por el respaldo del sofá y la otra a la copa de vino, charlando con otro machote que puede ser el más macho de los machos de la tierra, un torero, coño, un tío con cojones, un chaval que las pasó canutas y hoy tiene una casa que te cagas, maestro, un español que lleva la sangre de la fiesta en sus venas, qué alegría de verte Manuel, vamos a ver qué hacen las chicas. Manuel es Manuel Díaz el Cordobés, y las chicas son las señoras de ambos. Ellos hablan de sus cosas, de sus trabajos, de sus esfuerzos, de sus triunfos, y ellas? Paréntesis. La 2 emitió este lunes un Documentos TV que habría que pasar por las escuelas para educar a nuestros niños como ciudadanos íntegros y sin prejuicios, para evitar en el futuro que las estadísticas siguieran enfrentándonos a un espejo turbio y vergonzante, inadmisible „una media de 70 mujeres al año son asesinadas por su pareja y casi un 13 % de las mujeres mayores de 16 años sufre violencia física o sexual„. Fue uno de esos Documentos TV „El machismo que no se ve„, imprescindible. En él se dijo que la mayoría de jóvenes de instituto no identifica las conductas machistas y que el estereotipo de género sigue teniendo un peso desmedido. También se preguntaba ¿quién está asumiendo el trabajo de las tareas domésticas, qué tipo de machismo nos queda? ¿Es un machismo que no se ve, o que quizá no queremos ver? El médico forense, autor del libro Mi marido me pega lo normal, Miguel Lorente, dijo que el machismo se da en cada esquina, pero son conductas tan asumidas que no las vemos como machistas. Se cierra paréntesis. Volvemos a la casa del torero, y con el guasón y campechano Bertín. Vamos a ver qué hacen las chicas, dicen los señores.

El abuelito dulce. Las chicas, oh, esa bendición, estaban en la cocina. Joder, donde tienen que estar, les faltó decir. Fabiola, la del cantante melódico, vendedor a tiempo parcial de jamones, vinos, y quesos, y Virginia, la del Cordobés, estaban haciendo la comida. Pero hete aquí que llegan los chicos, se ponen el delantal, y deciden freír huevos para pasmo de las señoras. Los huevos de Bertín están de rechupete, y tienen tan buena pinta que hasta Fabiola hace una foto para no olvidarlo. Habrá quien me diga, incluso quizá Bertín diga que se la suda „si nos gusta o no el programa, lo que pensemos del pastizal que gana„, que saco los pies fuera de la parva. Creo que no. Lo de los huevos de Bertín es una parte por el todo, es un ejemplo que señala que En la tuya o en la mía, con el inestimable apoyo de TVE, difunde unos valores que no deberían consentirse. No es porque sí la elección de invitados „que este miércoles sacaran a Pedro Sánchez y el que viene a Rajoy es un parche, cosa de elecciones, políticos en campaña, televisión pública en horas bajas„. Hagamos un somero repaso a sus nombres. Carlos Herrera, Mariló Montero, Jesulín de Ubrique, el chatín Arturo Fernández, el tipo que dice que no hay que votar a IU porque son comunistas, el patético donjuán que jamás hizo papeles de mendigo porque «eso se pega», o la señora Carmen Martínez Bordiú, la nieta de Franco. Esta absurda señora jamás hizo nada en su vida, pero la televisión pública le cedió un tiempo inmoral al servicio de un franquismo resistente. Bertín, el machote, no sólo no sacó su lengua para frenar a la nieta sino que se bajó el pantalón y se retrató con los huevos al aire. Claro que es lógico que una nieta hable bien de su abuelo, pero no que una tele pública le preste la tribuna para que el tipo que llenó las cunetas de muertos que aún siguen ignorados sólo sea un entrañable, cariñoso, y dulce abuelito. No, Bertín. No, TVE, no toquéis los huevos a la audiencia escudándoos en cifras envidiables. Detrás de la cuidada realización se agazapa una visión del mundo rancia, trasnochada, machista, y muy, muy conservadora. El único programa de entrevistas de la tele pública en horario estelar no tendría que estar en manos de un pésimo cantante de rancheras que habla con sus amigotes. Aunque tenga los huevos de oro.

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