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Javier Cuervo

Obviedades y "malismo"

Como regresa el terrorismo, ahora de advocación islámica, hay que volver a las obviedades: 1) Proclamar que esos ataques son «la barbarie», como si alguien pudiera confundir la masacre de París con una delicada expresión cultural. 2) Proclamar que uno no quiere vivir bajo ley islámica ni de coña. 3) Proclamar que la yihad es nuestro enemigo y merece un contraataque.

Con este sólido acuerdo de mínimos estás cómodamente en el montón cuando se adelanta un abanderado que exige que se le siga a «defender nuestro modo de vida» todos a una y sin leer la letra pequeña. Así trabaja el malismo occidental su paquete todo incluido con las libertades menguantes, las desigualdades crecientes y el disparate económico como único modelo social. Otra voz, aguda, invoca la cristiandad. Contra quien objete o dude, acude el mensurador ideológico denunciar «la equidistancia».

Es distancia, idiota, por supuesto. El malismo occidental es nuestro enemigo interno, ciego al desastre de la guerra anterior „la misma„ y quiere devolver el golpe en cualquier cara porque las ve todas iguales. Recordar que muchos musulmanes son asesinados por los mismos terroristas te convierte en buenista.

El malismo mantiene el argumentario de los inmorales que respondieron al terrorismo errante de Al Qaeda en Irak con mentiras, negocios, propaganda y destrozos que sostiene este conflicto de cuya maldad y torpeza procede el Estado Islámico, un enemigo 10 veces peor que el inicial. Para no privarse de nada de lo que goza el enemigo, al malismo le excita reivindicar la tortura. Combatir la barbarie con barbarie nos destroza más a nosotros que a ellos porque las libertades son lo que más nos alejan de la ley religiosa y el respeto a los derechos humanos lo que más nos distancia del terrorismo.

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