Donde no hay cabeza, todo son pies. Los valencianos estamos en el debate político como espectadores más que como protagonistas. Atrapados en el fuego cruzado que arrecia entre fuerzas políticas emergentes „Ciudadanos o Podemos„ y los beneficiarios del bipartidismo imperante (PSOE y PP). En la Comunitat Valenciana habrá que decidir el modelo político para que los valencianos sean felices e influyan en el contexto internacional.

Pesa el conflicto territorial en el futuro del Estado español. No basta instalarse en que cualquier modo de independencia es demencial. En esta encrucijada, la coalición electoral entre Compromís y Podemos no ayuda a clarificar el panorama. ¿Qué pasa si fracasa la opción precipitada por el tándem Mónica Oltra-Enric Morera y si el resultado no responde a las expectativas? ¿Cuántos votos se habrán ganado por ir con Podemos? ¿Cuántos se habrán perdido? ¿Quién se adjudicará el éxito o el fracaso? ¿Los fichajes de José Luis Albiñana y Rosana Pastor serán eficaces?

Las elecciones generales no son fundamentales para una opción de ámbito autonómico como Compromís, pero sí lo son para el partido estatal Podemos. Al margen de los escaños que se obtengan, Compromís seguirá por su camino, solo o en coalición. Podemos reforzará su opción o perderá preponderancia. ¿Cómo afectará a la estabilidad de la Generalitat la mayor vinculación de dos de los socios de gobierno „Compromís y Podemos„ competidores con el tercero „PSOE? A partir del 20D se clarificarán posiciones y se removerán liderazgos. El president Ximo Puig sabe que nada será igual a partir del recuento de votos.

Habremos de decidir cómo se gestionan nuestros intereses. El poder político se encuentra en fase de indefinición y desconcierto. Los ultraconservadores del Partido Popular „conducidos por Isabel Bonig y Elena Bastidas„ perciben, con inquietud, que los comicios del 20D pueden certificar la decadencia de quien dominó la Comunitat Valenciana durante veinte años. Los grupos fácticos „poder económico, integrismo católico, multinacionales, cúpulas universitarias, plataformas patronales o laborales„ tienen que identificarse y definirse como grupos de presión, que habrían de estar regulados e inscritos en un registro legal de lobbies, como ocurre en las estructuras de poder avanzadas „Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos o ante la Comisión Europea.

Estamos en tiempo de rebajas políticas ante el 20D. No se sabe quién da más, aunque tiene ventaja quien maneja el aparato del Estado: relaciones internacionales, resortes judiciales, pensiones, FLA, sueldos, días de vacaciones birlados, pagas regateadas, copagos o rebajas fiscales. Vamos hacia el estremecimiento electoral y los protagonistas están atemorizados ante los resultados.

En el recuento del victimismo nacionalista, se ha apuntado en la lista de afrentas el gracioso desbloqueo por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, de los 1.471 millones de euros del FLA, que necesita la Generalitat Valenciana para pagar a proveedores y que habría de devolver. Es decir, te presto lo que es tuyo. Otra autonomía, dócil y sumisa, intervenida, además de la catalana, tan cerca y tan distante. La segunda ofensa reciente es el recorte pretendido por el Ministerio de Fomento para el proyecto Parque Central de Valencia, que se arrastra desde que la exalcaldesa Rita Barberá se enzarzó por unos solares con Josep Borrell, exministro de Obras Públicas, hace más de veinte años. Del doble a la mitad de presupuesto „de 2.800 a 1.400 millones de euros„ por restringir bazas electorales a los adversarios. Nada que ver con el pacto del pollo „auspiciado por Federico Félix, Jiménez de la Iglesia y Leonardo Ramón„ en 1995 para darle el poder a Eduardo Zaplana, cara y cruz del Partido Popular. Parece que sus artífices no quieren recordar cómo se forjó aquella amalgama „ni Atila lo habría hecho mejor„ entre conservadores, francotiradores empresariales y lizondistas. ¿Eran populistas, valencianistas, nacionalistas o rebentaplenaris?

Y de la disyuntiva entre poder soberano o sucursalista va a ir el desafío de las formaciones políticas a partir de Navidad. En Cataluña se ha propagado „Foment del Treball, Antón Costas (Cercle d´Economia), Círculo de Empresarios„ el pánico mediático de que las grandes empresas huyen de Cataluña para aposentar sus sedes en Madrid. Los valencianos no tenemos nada que perder, porque quienes han mandado durante los últimos lustros ya han arrasado el entramado económico, empresarial y financiero del País Valenciano. Un fracaso de quienes, atizando mandobles alarmistas y cínicos, pretenden ocultar su inmersión en prácticas corruptas, a cargo de personajes delictivos y recuperar las cotas de poder perdidas. Aprovechando la bisoñez de quienes carecen de experiencia en la gestión pública. De los que ambicionan el poder y los pesebres a cualquier precio.