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Recio

La financiación que no nos damos

Ya tenemos evaluación de la deuda histórica del Estado con Valencia, emanada de la propia Generalitat. La candidata del Partido Popular dice que los diputados nacionales no serán palmeros del Gobierno y promete que al día siguiente de las elecciones recordará al jefe del Gobierno que se ha solucionar la financiación valenciana. ¿Por qué no se lo dice antes?

La financiación paupérrima es el nuevo tema de debate, arriba y abajo, y sirve para culpabilizar al Gobierno de España de todos los problemas. Estamos ahogados no porque se haya gastado mal, sino porque no se nos ha dado lo que nos correspondía. En todas estas controversias subyace una trama: la culpa o la responsabilidad es del otro.

Horuria Sehili escribió un conmovedor artículo en Levante-EMV con ocasión de los atentados terroristas de París. Clamaba al mundo que los responsables de todo lo que ocurre somos nosotros mismos con nuestra actitud, denunciando firmemente los desmanes dogmáticos con la autoridad de provenir de esa religión islámica transformada en fanatismo.

En el caso de la financiación no hemos de olvidar que somos todos los ciudadanos valencianos los responsables, y por delegación nuestros representantes políticos. Todos los partidos parlamentarios protestan contra la financiación, pero todos votan afirmativamente a favor de los Presupuestos Generales del Estado.

Actuamos como si fuéramos verdaderamente una colonia que no tiene ni voz ni voto en la decisiones de la metrópoli, cuando realmente somos parte y cómplices del gobierno de esa metrópoli. Cada cuatro año votamos unos diputados y senadores que nos tienen que representar y defender. Luego, aquéllos se pliegan a las directrices que les marcan y, aunque se rasgan las vestiduras aquí, votan servilmente allá. No nos ha importado avalar cuneros con conocimientos voladizos sobre la realidad inmediata de nuestro mundo.

Los Presupuestos Generales del Estado se aprueban con los votos de los representantes valencianos. Si todos ellos, por encima de las siglas políticas, se pusieran de acuerdo en votar no, los presupuestos no se podrían aprobar, se generaría una crisis política y al final algo habría que hacer, como por ejemplo corregir esa desigualdad y ser justo.

El problema de la financiación no es el Estado, sino nuestros representantes en ese Estado. Elena Bastidas prometió que los diputados del PP no serían «palmeros» del Gobierno, y eso es precisamente lo que estamos siendo desde el principio de la democracia, e incluso antes. Nunca ha habido un bloque valenciano que tomara decisiones en base a las necesidades valencianas reales, sino que todo se ha supeditado a la estructura de partido. Ni siquiera hemos pedido nunca el tener una cuota de ministros acorde con nuestra importancia económica y demográfica, siempre hemos tenido ministros de prestado que se han autootorgado una valencianidad sui generis.

Obviemos, pues, las milongas y los entretenimientos gratuitos. La solución está en nosotros, no fuera de nosotros.

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