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La violencia del FLA

El FLA, que había que explicar con cuidado hace pocos años, se ha convertido en un mecanismo excesivamente violento. Un escenario en el que los valencianos tenemos mucho que perder. El FLA no sólo refleja las dificultades que va a tener la Generalitat Valenciana (GV) para superar el mes que mañana empezamos (con elecciones en su vigésimo día) sino también la cicatriz profunda que deja en la relación entre comunidades autónomas absolutamente endeudadas y un Estado que financia, a regañadientes, las estructuras políticas periféricas.

La rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del viernes tuvo una gran carga política por la violencia implícita, tan desagradable como esperada, que supuso el tema del FLA extraordinario decidido la semana anterior. Antes de hablar la vicepresidenta del Gobierno, el mensaje desde Valencia (vicepresidenta Oltra) era: «El FLA tiene que llegar ya que Rajoy se comprometió a que llegara lo antes posible. Se nos dijo que llegaría en diez o quince días y ahora se retrasa. Montoro anuncia el FLA y pretende pagarlo a finales de diciembre. Esto es usar el dinero público de forma electoralista». Y desde Barcelona (conseller de Hacienda, Mas- Colell): «Que paguen mañana mismo [era jueves] y se dejen de historias. Les enviamos toda la información que quieran y rellenaremos todo lo que quieran. Si quieren que corramos los 100 metros libres, los correremos; si tenemos que arrodillarnos, nos arrodillamos, pero paguen». Por su parte la portavoz del gobierno de Rajoy fue seca al decir que el único dinero que iba a viajar era el del FLA ordinario del mes de noviembre (58,1 millones este mes para la GV). ¡Como cada mes! (añade uno por su cuenta) un evento que no merece ni siquiera una nota de agencia, ya que se da por supuesto. En términos de las ya populares farmacias catalanas, sólo se les va a pagar las recetas de julio. La patética imagen del número dos de Mas diciéndole a los farmacéuticos que pusieron una vela al santo en el que más creyeran seguía siendo válida. Las partidas del FLA extraordinario, 1.400 millones para Valencia y 3.000 para Cataluña, sin novedades a la vista.

Si fuera cierto lo que dijo hace días nuestro conseller „«diciembre ya es tarde»„ la situación debería ser límite. Quizás fue una exageración del momento, pues de ser cierto sería difícil admitir que un gobierno progresista no hubiera dado una muestra de solidaridad con el resto de valencianos, al no retrasar alguna semana la devolución de una parte de la extra de 2012 a sus funcionarios, y con ello haber tapado momentáneamente otras apreturas más urgentes. No fue así, los sindicatos funcionariales y televisivos pesan mucho en el Consell actual y decidió en consecuencia.

Decir que intentar gobernar la GV con su deuda monstruosa era un imposible, era objeto de descalificación. Detrás del FLA hay una historia fallida referida a la forma como los españoles decidimos organizarnos territorialmente y cómo repartirnos los ingresos en épocas de crisis profunda (los momentos de borrachera inmobiliaria son, más que pasado, pesadilla). Un problema pendiente que debemos solucionar con tanta urgencia como realismo.

La reivindicación en forma de nacionalismo político es una opción cuya legitimidad nadie discute. Sin embargo, algunos estamos superados por tanta utilización que, a cuenta de este derecho, se está haciendo. En Valencia, la corrección política hace casi imposible mantener un pensamiento simplemente progresista si no se carga, al tiempo, de una fuerte dosis de nacionalismo y de crítica constante al genérico Madrid, conocido enemigo de todo lo valenciano. Tobo jacobinismo es objeto de rechazo, pues es impropio de quien no sea derecha dura. Hoy, sentirse víctima es argumentable. Ninguna propuesta es defendible sin la inclusión de un nacionalismo más o menos light.

Cuando prende una idea identitaria, su final es la frustración y el conflicto si no consigue tomar corporeidad política. No se acaba de entender que ampulosamente se diga desde la Presidencia del Consell que la GV es financieramente inviable; parece que con el mensaje se quiera asustar a alguien de fuera. Sin embargo, ningún forastero se siente concernido por la amenaza y nada ocurre, ni siquiera en el programa electoral de su propio partido. Ante la falta de soluciones, el inconsciente del mensaje dice que los valencianos están obligados a caminar solos ya que hacerlo con el resto de españoles tiene poca esperanza. Puede tener razón, pero dígase con una mayor claridad intelectual. Mientras, el FLA juega su doble violencia, arma de defensa para algunos (el Estado español), ofensa de víctima de estafa para otros (el Consell actual).

En la Comunitat ningún partido que legítimamente incluye más o menos elementos nacionalistas en su programa parece hablar claro, para desgracia de las posiciones progresistas. Respetando la historia, pero criticando la cacofonía actual, lo que queda del socialismo valenciano sigue utilizando en sus siglas la denominación Pais Valenciá, cuando el Estatut decidió utilizar la expresión Comunitat, que disgusta a muchos políticos supuestamente de izquierda de los tiempos de la preautonomía. Son personas que parece han querido abarcarlo todo en su biografía y en el lenguaje, desde la nostalgia de su juventud compatible con unos ilusionantes Països Catalans, y ahora en cargos de la Comunitat con un FLA que les alimenta. Por su lado, Compromis y sus diversos subconjuntos mantienen en su ideario las reivindicaciones de los tiempos de su fundación, pero el cálculo electoral les impide hablar de independencia del País. Podemos, ya se sabe, hará lo que diga la asamblea en cada momento? pura falacia intelectual.

Ningún análisis se conoce de los partidos del actual Consell sobre lo que se está viviendo al norte del Sènia. Se calla o se habla de hacer de puente. Una curiosa posición para quien pide que se le mande con urgencia fondos para él, pero acepta que este mismo FLA se le pueda negar a los catalanes, sin más discurso. Nadie entra en el fondo del problema. Todos de perfil, como si nada ocurriera y todo fuera responsabilidad exclusiva de Rajoy y Mas con tanta indeterminación y con el calvario vivido en Cataluña. Se pasa de puntillas ignorando que una cosa es la organización del Estado y otra muy distinta a lo que uno aspire en términos de reparto de riqueza y solidaridad ciudadana (programa que se ofrece a los ciudadanos). Para la CUP, lo primero es condición necesaria para lo segundo. Se estará o no de acuerdo, pero se les entiende.

El mal funcionamiento de nuestra autonomía en materia de financiación del Estado del bienestar que le corresponde gestionar es desmoralizador. Todo se reduce a patear y a pedir más FLA. ¿Pasará algo después de las elecciones en esta materia? A partir de lo que dicen los programas electorales, no lo parece.

Resulta un tanto patético que el pago que recibe una farmacia valenciana pase por una conselleria sin fondos, que le pone una especie de sello, la manda a Madrid para que se le aplique un procedimiento extraordinario que llamamos FLA, después se apunte en la deuda impagable de la GV y la satisfaga en el caso más favorable ya que con lo que está pasando en Cataluña, esta automatismo puede dejar de serlo) para que finalmente el dinero haga el camino inverso. Con esta forma de proceder, desgraciadamente la GV aparece como un simple y prescindible intermediario. Una cadena fuera de toda racionalidad administrativa.

Los supuestos acerca de que proximidad, descentralización y autonomía son principios a preservar por eficacia y justicia, han saltado por los aires. Mientras, hemos aceptado que los presidents de la GV, con ideologías supuestamente distintas, propongan gobernar bajo el oxímoron de presupuestos equilibrados con ingresos ficticios. Grandes cabezas deben habitar la GV, pero declaro mi incapacidad para entenderlo. Es la violencia intelectual del FLA.

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