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El electrodoméstico y el debate

Lo mejor de la campaña electoral es que, por fin, se ha acabado la precampaña. A veces pasa lo mismo con la Navidad: la anuncian con tanta antelación que cuando llega de verdad la sobresaturación nos ha hecho perder parte del entusiasmo. En el caso de la televisión y los políticos la festa és la vespra, efectivamente, y más de uno se está dando tal festín que ya llega agotado al palizón de autobús o avión de la caravana electoral. Los nuevos y alguno de los viejos candidatos están aspirando a la ubicuidad y otros dones divinos a base de multiplicarse en la pequeña pantalla. La única diferencia respecto a la precampaña es que nos piden el voto con todas las letras y que Rajoy se materializa en platós, mítines y partidas de dominó.

Mañana nos han convocado al «debate definitivo» en Atresmedia, dando a entender que después de él y hasta las elecciones poco pescado quedará por vender. No será para tanto pero el programa tendrá miga: debate a cuatro y Mariano Rajoy sin presentarse. Ha enviado a Soraya Sáenz de Santamaría, que ya está entrenada en el divertimento televisivo tras pasar por El Hormiguero y Planeta Calleja. El presidente del Gobierno no es de emociones fuertes más allá del futbolín y las tertulias con Bertín Osborne o con alegres periodistas deportivos. Pase lo que pase mañana en Antena 3 y La Sexta, el que ya ha ganado es Bertín.

Empezamos la semana con el atril vacío del PP en el debate entre Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. El partido se jugó en el diario que convocaba y en 13tv mientras don Mariano se iba a Telecinco a ver a Piqueras. Tampoco ha querido participar en el programa Salvados de Jordi Évole, pero sí estuvo hace unas horas en La Sexta noche. O sea, que ya va a la tele pero no a todo. Por eso mañana es la vice, la suplente, quien sale a jugar en Champions y aún no sabemos si viene a calentar el partido o a enfriarlo. Entre tanto asesor y estratega, cualquiera sabe qué ha recomendado el gurú Pedro Arriola al sanedrín de Pablo Casado. La apuesta tiene sus riesgos. Tal vez a partir de mañana a Soraya, la auténtica niña de Rajoy, se le empieza a poner demasiada cara de presidenta.

Internet no es todo. A estas alturas de la película digital nos auguraban, más o menos, que internet pondría y quitaría presidentes. Pero mira tú por dónde la campaña electoral se disputa nuevamente y sobre todo en el electrodoméstico del salón de casa. Tanto invertir en community managers y resulta que Twitter gusta especialmente para comentar la tele y que seamos todos tertulianos en tiempo real. La democracia participativa era esto... y alguna cosa más.

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