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Un debate de cuerpo ausente

El debate tuvo muchos momentos de choque aunque privó el fair play, y la cortesía, permitiendo a veces los acuerdos de un lado y otro, cruzados, o la coincidencia de intenciones, como no podía ser menos. Los tres candidatos a presidir el Gobierno de España y la vicepresidenta actual (número 2 de la lista del PP) presentaron los pun tos atractivos de su programa y solamente uno, Pedro Sánchez, explicó que no hay forma de bajar los impuestos y que si se ha de cumplir algún día el déficit ha de ser pasando por una etapa de menos recortes, que Bruselas exige de nuevo de forma perentoria. Soraya Sáenz de Santamaria afirmó que «no habrá más recortes» si se crece, si se crea empleo y si se recauda más (se refiere al IRPF y a las cuotas de la seguridad social).

A lo largo del debate se echó de menos al actual presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, que prefirió emboscarse en Doñana, descansando (supongo, preparando la campaña aunque le pagamos la manutención, la seguridad y el transporte). Era de esperar que él recibiera los puyazos y las críticas más documentadas desde la izquierda y la derecha, sobre todo su reforma laboral, desastrosa a ojos de todos, y su amnistía fiscal para defraudadores de su propio entorno (Rato, Luís Bárcenas y los de la Gurtel y la trama"Púnica"). Se le achacó ser el eje del mal de la corrupción (política y empresarial) aparte de no recaudar y perder así 48.000 millones de euros.

Si Rivera y Pablo Iglesias señalaron la pesada carga de la mochila de los viejos contra los nuevos, sin pecado concebidos (ya será menos) los otros no les dejaron ser tan esquemáticos y les buscaron por los forros los delitos y faltas. A Rivera le hacían pagar la duplicidad de apoyar al más votado en Andalucía o en Madrid para presidir el Gobierno de la autonomía. La vice señaló a los de Podemos por no pagar impuestos correspondientes (obvió lo de su rara financiación antes de las primeras elecciones y de constituirse como partido). Sánchez le recordó que Felipe González estaba en el consejo de administración de una empresa del Ibex 35, pero defendió a Caprile contra el chavista Maduro, y los votos de hace unos días refrendan el ansia de cambio que se abre camino imparable en Venezuela, donde los presos políticos siguen encerrados injustamente. Los de Iglesias no votaron una iniciativa en el Parlamento europeo a su favor con subterfugios.

A lo largo del programa de la Sexta vimos desdibujarse a Pablo Iglesias que arrancó bien, y perder pie a ratos a Rivera, bastante elemental y plano. Soraya, junto al número uno hace mejor figura, que en la noche mediática, ella no lo es, menguó sin parar. No va a ser secretaría general nunca y no creo que sea comparable a Cristina Cifuentes, jamás engancharía en un mitin a sus votantes.

Por tanto el debate sí que hacía falta y va a tener consecuencias en el electorado, que sabrá apreciar las diferencias. Los respectivos programas hay que releerlos y analizarlos, en su parte realizable y en lo que puedan tener de buenas intenciones. Pero se echaban a faltar representantes de PNV, CiU, CUP, o Compromís que van a ser tan esenciales como Podemos a la hora de los pactos luego del próximo 20D, como a veces lo han sido antes. La escusa es que se presentan en una sola autonomía(o en dos).

Se precisan más debates hasta el próximo 19, jornada de reflexión, para iluminar al 20 por ciento que duda muy justificadamente de unos y otros. ¡A debatir todos!

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