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Pista resbaladiza

Por más fanatismo que haya detrás, no se hacen guerras sin dinero, pues las armas son caras y todo soldado al final quiere cobrar, o que alguien se ocupe de los suyos. Por eso seguir la pista del dinero, como apremiaba «garganta profunda» a Woodward en el Watergate, es útil sobre todo en las guerras: si se corta ese canal de oxígeno el fuego antes o después se apaga. El giro más interesante de la guerra contra el ISIS o el Daesh, o como queramos llamar a ese virus de nombre mutante, es el clamor surgido de que se siga la pista del dinero, que es sobre todo el del petróleo. Para un líder de Occidente actuar con toda decisión siguiendo esa hoja de ruta, y llegar hasta el final caiga quien caiga, es más difícil a la hora de la verdad que mandar los bombarderos, e incluso que enviar soldados, porque nunca sabe si la pista del dinero se ramificará hasta sus propios centros de negocio.

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