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Bicicleta y calle

Hay leyes del poder que, para bien o para mal, son como son. La primera, que quien se sube a la bicicleta del poder deja de ser peatón. La segunda, que la geometría y mecánica de la bicicleta vienen dadas, y aunque se puedan cambiar algunas piezas, hay que hacerlo sin dejar de pedalear, so pena de irse al suelo. La tercera, que los peatones ven al que va en bicicleta como un ciclista, no como un peatón. La cuarta, que pedaleando, y más cuanta mayor velocidad tome la bici, se ven las cosas distintas de cómo se veían caminando. La quinta, que el riesgo de atropellar a alguien no puede evitarse. La sexta, que por el mero hecho de andar el ciclista entre peatones, éstos lo miran mal. La séptima y final, que para volver a ser otra vez peatón hay que dejar la bicicleta. La opción de subir o no es libre, pero el que suba debe asumir esas siete leyes, y no hacerse la ilusión de que no existen.

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