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Martí

La música de dos Palaus

No hay nueva política, sino políticos noveles. La rama moral que mira por el bienestar común se auto renueva por definición, porque el consenso colectivo se impone a los personalísimos. Igual pasa con las artes. Tampoco existe la nueva cultura, son los gestores quienes marcan la fortuna de los contenedores. Valencia cuenta con estructuras sólidas para codearse en los mejores circuitos internacionales de la música, pero un mal concepto de la novedad relegó el Palau de la Música. El auditorio de la Alameda siguió con una programación coherente que ha fidelizado orquesta y público. Río abajo, el palacio de Calatrava entró en depresión, por fuera y por dentro.

Los dos únicos gestores supervivientes del Consell anterior son el director del IVAM, José Miguel García Cortés y el intendente de Les Arts, David Livermore. Ambos aprovecharon el vacío de ideas para hacerse un retrato a cuenta de Miquel Navarro. Después, el conseller Vicent Marzà se hizo la foto con los dos, por separado, en la presentación de la temporada. La agenda cultural del Consell sigue instalada en la improvisación, y mientras que la elección del Consejo Rector del IVAM ha sonrojado al mundo del arte.

Insaculación. El sorteo ha marcado el inicio de la renovación de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL). Aparte de la rifa medieval, no se trata de un simple cambio de nombres, sino de aprovechar la coyuntura para la consolidación definitiva de la AVL, pues la entidad normativa del valenciano debe alcanzar el máximo consejo social. Afortunadamente, en esta parcela se huye de la improvisación y habrá que preparar un monumento para el presidente Ramon Ferrer y el vicepresidente Josep Palomero. Ambos han sabido anteponer la cuestión de estado a presiones impuras.

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