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De promesas y esperanzas

La mejor forma de cumplir con la palabra es no darla jamás», decía Napoleón Bonaparte. Rajoy no aprende. Bueno, él no es de guerrear, más bien de lo contrario. Solo así se entiende su promesa de quitar el IRPF a los jóvenes que tengan su primer empleo y a los jubilados que sigan trabajando. Cuando añada los condicionantes, su promesa ya no será lo mismo. Seguro. Se pedirá tener un ojo castaño y otro azul, medir 1,43 centímetros, o algo por el estilo. Pero que no decaiga el espectáculo, porque ha anunciado que se guarda en la manga «alguna medida importante». Me imagino que por si surge otro caso Arístegui. ¡Qué tiempo tan feliz! Poder salir corriendo del Consejo de Ministros para ir a grabar a la tele con María Teresa Campos.

Mientras, Sánchez, el de ´Sálvame´, levanta el tono en los mítines para no parecer un cadáver andante a los ojos de los suyos; y de los demás. Rivera, el de ´Salvados´, no sabe donde meterse después de que le destaparan el tarro de las esencias „violencia machista„ y se sepa de donde viene el olor, y de que uno de sus pocos alcaldes, el de Espartinas, dimita tras ser imputado por prevaricación. Y Pablo Iglesias, el de ´La Sexta Noche´, vuelva a los campus para sentirse aclamado „«presidente, presidente»„ tras el desastre bolivariano. Y Herzog, que no pilla sitio ni en la ´Teletienda´, busque un agujerito, pequeñito pequeñito, para intentar colar la cabeza de UPyD.

Todo muy divertido en espera de otro debate del siglo, un cara a cara esta vez. El gran espectáculo del fin del bipartidismo nacional televisado. Para grabarlo. Si no fuera porque hay miles de personas que no le encuentran la más mínima gracia. Son los que se han visto obligados a emigrar en busca de un futuro que no les hemos dado aquí y a los que ahora se les va a impedir ejercer el derecho del voto por otro espectáculo más gris: el burocrático. Y no quiero pensar que la maraña de papeles, idas y venidas y complicaciones se haya construido con la intención de evitar unas voces probablemente críticas.

En fin, solo queda la esperanza. Aunque no sé si quedarme con Nietzsche „«La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre»„ o con Aristóteles „«La esperanza es el sueño del hombre despierto»„. Nada bueno.

Y una pregunta: ¿A las 00:00 del 21D se convertirá Rajoy en calabaza? ¡Ay! Cristina, Cristina. De Kirchner quería decir, por supuesto.

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