Ingenuos, ¡es la crisis! Detrás de la matanza de París y del problema de Cataluña está la crisis. La crisis va para largo y no se le ve final. Hay crisis económicas y crisis totales. Además vivimos una crisis de valores en la sociedad. Los hechos recientes se sitúan frente a dos citas próximas: las elecciones regionales francesas, primero y después, las generales el 20D en España. Alemania, a salvo, ya reafirmó a Ángela Merkel, la fémina más poderosa del mundo, según la portada del semanario estadounidense Time. El proceso catalán ha confundido a la opinión pública de aquella «nación sin Estado propio» que ya no se sabe qué es. Los catalanes, „empresarios, políticos y el poder mediático„ no ven el final del túnel. Cataluña, como ha ocurrido en Francia con los atentados del 13 de noviembre en París, está tergiversando el sentido del voto del 20 D. La dialéctica extremista ha conseguido votar y alcanzar sus objetivos.

Conocemos los resultados de las elecciones regionales francesas, cuyo balance da la victoria al Frente Nacional de Marine le Pen, de extrema derecha, chauvinista y endogámico (padre, hija y sobrina). Sus candidatos han sido los más votados (30%) y el Partido Socialista Francés, de François Hollande, en tercer lugar, está dispuesto a apoyar, en segunda vuelta, al conglomerado político de Nicolas Sarkozy para frenar el ascenso de Le Pen. El presidente Hollande y su primer ministro, Manuel Valls, temblaron en la trágica noche del 13 de noviembre, sacudidos por las bombas y los ametrallamientos. Alguien pensó que la Marsellesa, reiterada hasta la saciedad, podría ser un bálsamo para frenar el declive de los socialistas franceses y detener el ascenso del Frente Nacional. La marea reaccionaria y radical nos puede llegar.

En España el estremecimiento por los asesinatos de París y el miedo subsiguiente, inciden en la campaña electoral a favor de los ultraderechistas, Fernández Díaz, García Margallo y García Albiol. La campaña se encuentra próxima a la recta final en la que se pretende enderezar los errores de quienes gobiernan. Mariano Rajoy, juega a desaparecer y retornar, comiendo paella con pimiento en Andalucía, en virtud de su inefable estrategia. Destaca la ausencia del candidato del PP en los debates con los líderes de los partidos emergentes. Ha sido sustituido por Soraya Sáenz de Santamaría. Esta incomparecencia además de evidenciar el pánico escénico del líder conservador, denota cobardía para abordar la realidad y aviva los rumores de que a Rajoy, acabado, se le suple con su vicepresidenta.

Cataluña y la deriva secesionista componen el otro escenario que desde el 27S se ha desbordado con la interinidad de un país con vocación nacional que, de momento, resulta ingobernable y a la deriva. La declaración independentista del Parlament de Catalunya, que terminó con el «Vixca la Repùblica catalana!» pronunciado por la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, acrecentó la tensión y proporcionó a Mariano Rajoy el papel de salvador de la unidad española. A partir de los atentados de París, la efervescencia separatista pasó a un segundo plano, sólo resucitada con el fallo por unanimidad, del Tribunal Constitucional contra el pronunciamiento catalán. Le acompañaron los fastos de la conmemoración del Día de la Constitución con ausencias notables y con el desliz de Rajoy, al decir ante las cámaras de televisión que habían «permitido» a los estamentos judiciales pronunciarse con libertad. Le siguieron los cuchicheos, en público, el pasado 6 de diciembre, entre el presidente del Gobierno y Francisco Pérez de los Cobos, magistrado en la cúspide del Tribunal Constitucional.

Se percibe el declive de Mariano Rajoy, a pesar del esfuerzo por humanizar y normalizar su comportamiento, acompañado por el descalabro de la figura de Artur Mas en la política catalana y española. El choque personal y político entre Mas y Rajoy ha sido aciago para los dos. La pesadilla de Rajoy se llama Bárcenas y la de Mas, Jordi Pujol y su familia. Ambos asediados por el descrédito de la corrupción. Sus partidos han gobernado durante años inmersos en la irregularidad. Para el Partido Popular y para lo que queda de Convergència, ahora Democràcia i Llibertat, es ineludible la responsabilidad que les incumbe. Así queda invalidada la cúpula de los partidos donde se necesita evitar cualquier conexión con el pasado delictivo, al tiempo que se han de asumir responsabilidades políticas. Lo afirmó el presidente de las Cortes, educado en los Jesuitas de Valencia, Jesús Posada Moreno: España sin Cataluña no es España. Y contra la Comunitat Valenciana, tampoco.