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Vicente

Sexo y traición en el Vaticano

Lo del sacerdote español Ángel Lucio Vallejo Balda tiene todos los ingredientes de un best seller o de una película de Hollywood. Tiene intriga, morbo, traición y sexo, todo ello con el Vaticano y sus secretos de fondo ¿Se puede pedir más?

Se trata del caso llamado «Vatileaks2» por el que se está juzgando estos días a cinco personas por filtración y publicación de documentos reservados, un delito según el Código Penal del Vaticano penado con hasta ocho años de cárcel. En el centro de la trama está Vallejo, un sacerdote riojano de 54 años que llegó al Vaticano en 2011, y que está acusado de haber filtrado documentos secretos a los que tendría acceso como miembro de una comisión creada por el papa Francisco en 2013 para conocer la situación económica de la Santa Sede. El sacerdote no ha negado que filtrara información pero lo llamativo son los motivos. Según su abogada de confianza, Antonia Zaccaria, lo hizo presionado por una mujer con la que mantuvo relaciones sexuales.

Dice que sólo se acostó con ella una vez, el 28 de diciembre de 2014, y que inmediatamente se arrepintió., «Dios mío, Dios mío, ¿qué he hecho?», habría clamado monseñor Vallejo tras el revolcón según cuenta por los medios de comunicación italianos Antonia Zaccaria. Pero la faena ya estaba hecha y a partir de ahí Vallejo fue extorsionado y obligado a filtrar documentación secreta, según su defensa.

La malísima mata-hari que no sólo habría hecho pecar al sacerdote sino que le habría obligado a traicionar al papa, es una relaciones públicas de 34 años llamada Francesca Chaouqui que también está imputada en el caso. Como Francesca está casada, el pecado es aún mayor y eso que, según la abogada, el cura intentó resistirse, pero al final el pecado de la carne se impus0. La versión de la seductora relaciones públicas difiere bastante de la del sacerdote y en un diario italiano ha asegurado que «todo lo hizo él. Yo intenté pararle».

Una historia apasionante en la que conocedores de los entresijos vaticanos ven una intriga por ambiciones frustradas de la pareja o una lucha entre grupos de poder con el Opus Dei, al que Vallejo es cercano, intentando debilitar al molesto papa Francisco incapaz de controlar la difusión de asuntos delicados de la iglesia.

Hay quien dice incluso que Francesca es una espía de los servicios secretos de EE UU infiltrada en el Vaticano. Por si fuera poco, en la película podría haber lujo y alguna que otra fiesta a la que al parecer eran aficionados Vallejo y Chaouqui.

Con este argumento, y un título del tipo «Sexo y traición en el Vaticano», no hace falta contratar a George Clooney. Pongan a quien pongan, es un éxito seguro.

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