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La experiencia (¿en saquear?) del PP

Mariano Rajoy, en uno de sus arranques de desfachatez, ha esgrimido como gran argumento de campaña electoral la experiencia de gobernar que tiene el PP para que la peña le vote. «Por lo menos, se tiene que haber sido edil». Es fácil deducir que en su preclara mente estaba refiriéndose a las formaciones políticas Podemos y Ciudadanos, que las encuentra advenedizas, neófitas, sin experiencia de gobierno.

Más que de experiencia en gobernar, Rajoy lo que puede jactarse del PP es de su gran experiencia en saquear, en robar, en defraudar, en manejar dinero negro, en meter la mano en el cajón, en hacer caja a costa del dinero de los ciudadanos.

De todo ello, tenemos buenos y vivos ejemplos en la Comunidad Valenciana, cuya imagen está más que deteriorada gracias a los elementos que nos han gobernado bien por acción como por omisión. Que no se haga el loco Francisco Camps ´Obama´, pues los mayores estropicios fueron perpetrados bajo el paraguas de su mandato. ¿No se enteraba de nada?

Camps querrá decirnos que no sabía nada de los dineros públicos destinados a pozos y hospitales del tercer mundo que no llegaban a su destino, como tampoco lo que ocurría con los de Imelsa durante el mandato de su virrey, Alfonso Rus, uno de sus hijos predilectos, doctrinario del ´qui fique la ma, que li la tallen´. El hombre nunca debió enterarse de la gracia y el mérito que han tenido destacados miembros de su partido en sacarle punta hasta la caca y pis de la ciudad procesada en la depuradora, cuyos transformados beneficios se llevaron a camionazos unos cuantos.

Con su gestión, el PP ha hundido o consentido numerosas realidades de los valencianos. No tenemos ningún resorte de poder real. Verbigracia, por no hacer pesada la lista, no hay banca valenciana, ni televisión valenciana. Deuda, toda la que queramos. Chanchullos como el de darle sospechosamente Camps a Ecclestone más Fórmula 1, minutos antes de dimitir, todos los que quieran.

Del carnaval de ´desficacis´ del PP, nadie ha salido responsable. Todos los autores esgrimen la misma cantinela: «Tengo la conciencia tranquila, confío en la Justicia». Menos mal que alguna Justicia ya se ha jubilado y arriba otra más técnica que está intentado poner a cada elemento en su sitio.

En un alarde de charlatanería trilera, Rajoy esgrime el gran bagaje de los concejales del PP como mérito, el haber sido concejal, como garantía de solvencia para ser ungidos de nuevo por el pueblo en las urnas.

Escaso anda de argumentos y vergüenza el caballero. Menudos concejales ha tenido en muchas partes. Una investigación seria al término de sus mandatos sobre el patrimonio de los ediles y familiares de su entorno depararía no pocas sorpresas.

Esto en cuanto a los concejales con oficio, ´con experiencia´. Luego tenemos los cachorros, los aprendices baratos de trileros, el futuro. Una rápida ojeada al listado de los cuadros municipales detecta fácilmente la cantidad de mozalbetes, vagos de solemnidad, ni-nis (que no estudian ni trabajan, no porque no pueden, sino porque no quieren), mediocres de reconocido prestigio, que se han acercado a las gobernabilidades municipales a parar el cazo, a vivir del cuento, pues lo suyo es jugar al padel y no doblar el lomo, que en los casos que se les ha encomendado responsabilidad política en los centros culturales encomendados no han funcionado ni los micrófonos.

Para dirigir cualquier empresa se busca siempre al o a la mejor, a la persona con mayor experiencia y sabiduría, al de más sentido común, al más crerativo. Un Estado, una Comunidad, un Ayuntamiento es una empresa, pero grande, enorme, y por la misma pragmática razón a su frente no deben estar los sobrados en experiencia en corrupción, vagancia, incompetencia, mediocridad. Sobre todo, no deben estar los ya experimentados en trapichear, robar y saquear las arcas públicas.

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