Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Qué tiempo tan feliz

Sábado tarde. Un constipado de los que te toman cariño y mil cosas que hacer ante el ordenador. Enciendo la tele por eso que dicen que acompaña y tal. Un documental de dinosaurios en Cuatro me atrapa, en el sentido literal de la palabra, imaginando la vida hace muchos millones de años. Decido cambiar, que prestar tanta atención a estos animalitos no me deja trabajar.

En Telecinco, la presentadora que ya presentaba programas del cotilleo cuando yo nací (no me tire de la lengua), anuncia una entrevista estelar. Que dice esta señora que va a entrevistar a Mariano Rajoy en Qué tiempo tan feliz. Es broma, ¿no? «Qué tiempo tan feliz aquel en el que los nuevos no me daban la tabarra y no tenía que venir a la tele», seguro que Rajoy ha pensado más de una vez esto. Pero ahí está, delante de la Campos dispuesto a desnudar su alma dedicando canciones de Nino Bravo a Elvira. Porque su asesor de comunicación le habrá dicho que tiene que conectar con la gente, mostrarse como es, que ahora lo que se lleva es eso de Instagram, decir que los hipsters te votan y ser más molón y menos casposo... Parecerse más a Rivera, vamos.

Pero hay una diferencia importante en uno y otro. Porque no es lo mismo leer un mensaje que creerte el mensaje. No es lo mismo decir que hay que conciliar sin concretar, que hablar de conciliación proponiendo medidas más que realistas. No es lo mismo acudir a los programas de televisión obligado, que hacerlo por iniciativa propia. Ni es lo mismo, ni el telespectador es tonto. Menos mal que han venido estos nuevos a los que algunos temen tanto a dejarlo bien clarito.

Compartir el artículo

stats