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Cuatro patas

Ya sólo faltan unos días para que se celebren los comicios y un comentarista que suelo seguir, Enric Juliana, de La Vanguardia, se asombra del mucho recato y discreción de los partidos. También de Podemos. El otro día, ante el atentado de Kabul y dado que Rajoy no cometió la torpeza de Aznar el 11-M, que negó las evidencias y hasta a la CIA y al Mossad (pues no es él poco chulo), Pablo Iglesias, que tendrá más votos de los anunciados, llamó a la unidad frente al terror, sin mayores matices. Los matices -y hay que hacerlos- en las tribunas libres y debates.

No sé sí el PP obtendrá mayoría relativa, espero que no la tenga de ninguna clase y no porque albergue reticencias frente a sus muchos afiliados honestos, sino porque esa textura humana, de tanta calidad como pueda pedirse, ha sido manchada con las inmundicias de varias redes criminales especializadas en la extorsión y la fuga de capitales, el delito fiscal y la astilla, el favoritismo y el tráfico de influencias. El clientelismo y la adoración nocturna y diurna del becerro de oro. El hecho de que el ciudadano medio (de cualquier filiación) albergue una tolerancia considerable hacia los chanchullos públicos y privados, no arregla nada, si acaso lo empeora: socializar la corrupción y, luego, las pérdidas de unos financieros irresponsables, era el programa oculto de la llamada ´revolución conservadora´, qué risa.

Así pues, no faltan motivos para la cautela: no saben con qué pareja (o trío) les tocará irse al catre y hasta a los de Canal Nou les contestan con un ja vorem que remite a finales del año que viene. Logrado, en apariencia, el primer objetivo que era impedir una alternativa de Podemos (que fue socavado por tierra, mar y aire, pero sobre todo por los divisiones hertzianas o caballería del éter), tenemos un PP en cabeza seguido de tres segmentos tan parecidos que pueden quedarse sin nada en las pequeñas circunscripciones, por unos cientos de votos. Espero que el tiro se lo disparen en el pie, no sería la primera vez. Tras el 20D, reajustes y extraños compañeros de cama. Si el bipartito se asocia, muere el PSOE.

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