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Olor a Velvet

Me llega a los oídos por una amiga la historia inquietante en estos días, en los que la televisión ha hecho las veces de gran escaparate donde crear deseos en forma de necesidades no necesarias y escritas en la correspondencia a los Reyes. Me cuentan el sufrimiento vivido por uno de los monarcas de Oriente al recibir una carta con una petición convertida en misión imposible. El deseo era real y a la vez muy material, la remitente, una señora de su casa, ya con sus años e hijos. Tenía una gran ilusión y esa no era salud, trabajo o amor, aunque posiblemente careciese de alguno de ellos. Su anhelo pedido con tanta insistencia que la convirtió en pesada, no era otro que el perfume de la serie Velvet€

Sus Majestades, al igual que yo, desconocían la existencia de la fragancia televisiva. Son mágicos y tuvieron que hacer uso de sus poderes más veinte euros, todo para encontrar el olor de unas galerías de mentira. Buscaron por casi toda la geografía española, allá donde tenían pajes, sur, centro, hasta llegar a un pueblo interior del este donde encontrar la maldita colonia de casualidad y en una pequeña perfumería de barrio, de esas que tristemente se encuentran en peligro de extinción.

Final feliz para una espectadora ilusionada que me confiesa, después de abrir su paquete, no saber a que olía su ansiado regalo, pero que se moría de ilusión por poseerlo. Hoy se encuentra viva y encantada con su botella retro, con un dosificador de pera que expulsa un olor nauseabundo, del cual ignora la molestia que causa a todo aquel que se le acerca€

Como esta fiesta consiste en ilusión, preferí no romper la magia y callar. Mientras, pensaba con total seguridad que si M. A. Silvestre tuviese que regalar un perfume a su novia sería de Dior y que las actrices de la serie no se atreverían a salir a la calle con una sola gota de semejante peste€ Tampoco Paula Echevarría que, como buena imagen para todo que es, tiene su propia colonia barata y no es ficción, es verdad porque sólo cuesta seis euros€

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