Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Martí

Cabalgatas y abrazos

El silencio de los cargos públicos socialistas sobre los últimos charcos donde han caído Compromís y Podemos denota la falta de seguridad en la propia ideología, aquella que se asienta en el humanismo mediterráneo, o sea, en el progresismo respetuoso.

Cuando los socialistas confiaban en su ideología y gobernaban con mayoría ciudadana construyeron un relato propio con más claros que oscuros, esquivando los charcos donde ahora caen Compromís y Podemos. La cabalgata de las magas o dejar a la Senyera sin entrar en la Seu son anécdotas del credo poscomunista de sus líderes. Buscan el espacio mayoritario de la socialdemocracia tras el fracaso de la lucha final, pero desde cierta frustración por el portazo al agrupémonos todos. Ya se sabe que cuando un camarada quería insultar a otro le soltaba aquello de «¡socialdemócrata!», despreciando incluso la historia de varias Internacionales; la primera y segunda seguro.

El socialdemócrata es un humanista por tradición, por tanto conocedor que la civilización en esta parte del Mediterráneo se asienta sobre tres grandes bases: la filosofía griega, el derecho romano y el cristianismo. En cambio, el poscomunismo ha encontrado en las nuevas tendencias el pegamento para sus agujeros doctrinales con la intención de superar esa trilogía cultural. Así ha catequizado desde el selvático ecologismo, pasando por el anticlericalismo visceral y la caridad exclusiva, hasta llegar al animalismo, o sea el antónimo del humanismo. Habría que ver los gestos de los pensadores de Atenas ante la pretensión de colocar en el mismo nivel a personas y animales.

El acuerdo alcanzado desde la desconfianza carece de futuro, y sólo las propuestas comunes „educación pública, sanidad universal y servicios sociales básicos„, están a salvo. El resto, desde la propuesta económica hasta el multiculturalismo, irán a la deriva, como pasa en el resto de Europa, con el agravante que el poscomunismo en Francia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Suecia y Finlandia ha girado hacia la extrema derecha. Grecia es el único caso similar al nuestro.

Pero si la socialdemocracia ibérica, sea en la versión clásica o moderna, sigue desorientada, atrapada en la burocracia, hay riesgo de perder el humanismo y su aportación. Es increíble su silencio sobre los fastos navideños. Producto de su total desconcierto.

Compartir el artículo

stats