Desde este columno o génera periodística quisiera agradecer a las Reinas Magas lo mucho y bien que han contribuido a entretenernos los mazapanes. En este nuevo episodio de la Guerra de las Galaxias, «El despertar de la fuerza provocada» o «El desfile verdadero contraataca», hemos descubierto que los «defensores de la tradición» (máscara ideológica que ahora desmontaremos) son unos atacantes iracundos y unos odiadores agazapados tras un manoll de jolivert: odian la República, odian a la Societat Coral El Micalet, odian a las chicas (a ese odio le llaman «amor a las chicas-chicas o a las chicas como Dios manda», que contraponen a las chicas payasas o mamarrachas), odian a Joan Ribó, a quien la secta de las bobonigs le afean sus ribobadas, odian a Mónica Oltra y a su exmarido, odian a Compromís y siempre odiarán a Zapatero y al Coño de la Bernarda. Y ese odio lo disfrazan de ofensa provocada. Se trata, pues, de un odio justificado por tamaña provocación (la peor de todas): se sienten muy, pero que muy, muy ofendidos, ultrajados y vilipendiados (y digo las tres cosas por si son distintas). Lean, si no, en las redes sociales a Francisco el del Himno o Paquito Rebentatuits: está tan cabreado que da risa. Lean, si no, a Marta Torrado (sic) llamando a los representantes del pueblo «lobos con piel de cordero», como si fuera mejor o preferible ser un borrego con piel de chinchilla o yo qué sé qué.

Lo cierto es que estos grandes defensores de la tradición, defienden lo que nadie ataca: la cabalgata de las Reinas Magas recupera una fiesta o la inventa, pero no suplanta ni ataca a la cabalgata de los Reyes Magos. Se celebran en fechas distintas, celebran cosas distintas y las organizan entidades distintas, aunque persigan un mismo fin: entretener e ilusionar a los niños (que maldita la falta que les hace con tanta hiperactividad y déficit de atención y ese no estarse quietos).

Pero es que, posiblemente estos mismos defensores de la tradición única e inmutable, ofendidos hasta los forros, acogen cuantas quieren sin que nadie se lo afee: ahí los ves plantando un árbol, clara ofensa a la tradición del belén; regalando en Papá Noel, clara ofensa a los Reyes de toda la vida; celebrando San Valentín, clara ofensa a Sant Dionís; comprando en el black friday o cualquier shopping nigth, clara ofensa a las tradicionales rebajas de enero en Ca Gay y Galerías Martín; disfranzándose en los halloweenes, clara ofensa al día de Todos los Santos; comprando en domingo y obligando a trabajar en las fiestas de guardar, clara ofensa a Dios que inauguró el mundo estableciendo la primera tradición de descansar al séptimo día. A mí me parece bien que en este contexto de las costumbres hagan lo que les dé la gana (¡como si quieren celebrar el 4 de julio, los Sanfermines o las regatas de Cambridge, en clara ofensa a la Albufera!): pero dejen de insultar y dejen de rasgarse las vestiduras y respiren. Dicho esto, no diré más.