No deja de sorprenderme que la mayoría se incline por un gobierno del PP ,apoyado por la abstención de CIUDADANOS y del PSOE o en coalición con este último, o por una imposible amalgama de PSOE y PODEMOS con derechas nacionalistas y autodenominadas izquierdas del mismo cuño, como las posibilidades de salir del impasse de las últimas elecciones. Si tan solo hubiera esas dos opciones es claro que iríamos a una nueva convocatoria en la que los partidos tendrían que hacer un ejercicio de pedagogía y compromiso con la ciudadanía y una práctica del diálogo con sus competidores para no cerrarse la posibilidad de pactos postelectorales como ha ocurrido en esta última campaña.

Lo que no acabo de entender es el por qué se ha tardado tanto en plantear una posible coalición a tres bandas de los partidos emergentes con el PSOE. De hecho, ésta es la opción que más favorecería a los tres; puesto que: permitiría recuperar un gobierno socialdemócrata por parte de un PSOE que ha dado pruebas de su intento de renovarse y dejar atrás el felipismo y el zapaterismo, limpiaría la imagen de CIUDADANOS al librarle de la sospecha de marca blanca de la derecha y haría posible que PODEMOS se desembarazara de sus fantasmas chavistas y demostrara que sabe hacer política social en un escenario europeo. Además, son muchas las ideas que unen a estos tres partidos tan aparentemente distantes pues están liderados por políticos decentes, comparten la urgente necesidad de reformar la constitución y tienen un enfoque social de la salida de la crisis y ausencia de compromisos con las grandes empresas, que ligaban al PSOE y siguen atando a un PP que presenta a los mismos perros con los mismos collares para, aparentemente, acabar con la corrupción y el amiguismo.

Evidentemente, una alianza a tres no es nada fácil y exigiría grandes dosis de tolerancia y diálogo, que es por lo que hemos apostado los votantes, además de requerir la eliminación de la vieja clase profesional de políticos socialistas que no pueden ni quieren cambiar el confort de sus poltronas por la austeridad y el servicio público. Lo otro, dejar en manos del PP el gobierno de la nación es una apuesta por la desaparición de PSOE y CIUDADANOS y por la cristalización de una forma de hacer política en favor de las grandes compañías y los amiguetes del alma. Además una mayoría de 209 diputados no me negarán que favorecería la estabilidad del gobierno y el afianzamiento de una nueva política de recuperación económica basada en la potenciación de las clases medias y la eliminación de las desigualdades sociales, a la que ha abocado la pasada legislatura. El reto está ahí y harían mal los tres partidos aludidos en no contemplar esta posibilidad. Confiemos en que las últimas declaraciones de Pedro Sánchez, que apuntan en esa dirección, no caigan en saco roto.