Quienes han centrado sus discursos en la lucha contra el enchufismo, las puertas giratorias y el amiguismo, cuando han alcanzado la responsabilidad de gobernar se han olvidado de acabar con las prácticas de ´la casta´.

A la hora de la verdad, los anticasta y los socios que se han ido creando en las instituciones no han dudado en echar mano de comisarillos políticos. Dan así a entender que, o bien no están tan preparados para la gestión a pesar de sus conocimientos en politología -y de ahí que se rodeen de asesores- o bien su memoria es endeble y olvidadiza hacia aquello que tanto han reprochado a los representantes de ´la vieja política´.

En torno a la figura del asesor se había abierto cierta polémica acerca de su titulación, sueldo, número actual o pasado... Todas estas circunstancias son importantes, no lo dudo, pero no entran en la verdadera clave que subyace alrededor de esta figura tan utilizada por los distintos grupos políticos y tan poco conocida por la ciudadanía.

Ahora se ha podido reducir en un puñado su número, más por cuestión de estética que otra cosa, pero lo cierto es que con el sueldo actual de un asesor de la Generalitat podrían vivir tres familias, y si nos vamos a los sueldos de asesor del Ayuntamiento de Valencia, serían cuatro las familias que podrían mantenerse, tal y como está el sueldo medio en nuestro país. Según mis cálculos, cerca de medio millar de familias podrían subsistir con las nóminas de asesores del ayuntamiento de la capital y de la Generalitat. No contamos el resto de instituciones.

Explicar a la opinión pública por qué cada concejal tiene un asesor y medio, y un conseller tres o cuatro, ha de ser un imperativo de los anti-casta o, por lo menos, que lo justifiquen en sus afamadas asambleas; a no ser que con esas contrataciones se esté pagando a grupos de dichas asambleas, al más puro estilo de la política anterior. Nuevos líderes de grandes capitales no han dudado en contratar como asesores a parientes y amigos bajo el pretexto de un currículum perfecto.

El puesto de asesor, en su actual concepción, da la impresión de que tan solo es un medio para colocar al amigo o a quien algo se le debe, o bien una fuente de financiación más para el grupo político. Y para comprobarlo sólo es necesario analizar la formación que acredita en relación a la parcela que debe asesorar. La realidad, la triste verdad, es que en multitud de ocasiones carece de ella.