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En busca de un rumbo

Alguien me habla de un debate de altura en La 1 entre los partidos que llevan la voz cantante. De una confrontación de ideas que dio gusto. Tanto que, si llegan a meterle una peli por medio, hubiese significado resucitar La clave. Hay que estar muy necesitado de un intercambio así para plantarse ante un espacio que va de la una y las tres de la madrugada. Viendo lo que suele haber a mano habitualmente, sin duda lo está. Para hacerse cargo de la penuria, no hay más que echarle un vistazo al chou con el que se estrenó la nueva izquierda en su entrada al Congreso: cada uno jurando en hebreo; con la banda de música en la puerta; pasando al bebé de mano en mano; el tito llorando al final... En fin, un caso. Lo propio de quienes, en su mayoría, se han criado a los pechos del gallinero en el que han convertido los platós donde el objetivo a combatir es la razón inmutable de Marhuenda. Esperemos que algunos se percaten de que el Legislativo es otra cosa, mariposa.

Y lo cierto es que, si los protas pusieran de su parte, en este ciclo se dan las premisas para que sea mucho más. Por no tener, no tenemos seguro ni a Patxi porque, al igual que lo ocurrido en las Corts, el puesto podría convertirse en moneda de cambio. Por primera vez en nuestras politizadas vidas hechas y derechas, todo está por cincelar. El montante natural que más se acerca al maldito 176 es el de pepé y Ciudadanos, lo que no quita para que a Rajoy no le llegue la camisa al cuerpo. Ni a él ni a Sánchez. Con el Comité Federal ahí, el hombre no está para mantener la calma que la aritmética aconseja. Rivera ha rescatado enteros de entrada, mientras que el tito de la criatura de Bescansa lo que quiere es que los demás se junten para quedarse con las esencias. Y luego está el rey que, a éstos, tendrá que recibirlos. Un marrón del que no creo que la doctrina Botín lo libere.

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