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Mallorca confidencial

Cómo son las televisiones. Se monta el circo de las cámaras, los trípodes, los pinganillos y el cableado, pero lo esencial permanece invisible a los ojos (y lejos del ruido). Y lo esencial no es si la infanta Cristina será procesada en el culebrón judicial que orbita en torno a su nombre, una incógnita que se va a despejar enseguida, sobre todo desde que sabemos, por sus múltiples defensores (la acusación debe ser monstruosa), que lo de Hacienda somos todos, «era un lema, una idea publicitaria». Pues para la Pantoja y Lola Flores, fue una idea ligeramente coactiva, debe ser publicidad engañosa. También creemos saber ya en qué consiste la doctrina Botín: si no eres un Botín, puede que estés jodido.

Comprendo muy bien la diferencia entre la justicia y la Administración de justicia, sé que la segunda es uno de los poderes del Estado y por responsabilidad, podemos transigir con esta o aquella fechoría, si es el precio a pagar por la fortaleza de las instituciones. Pero ni la inmunidad parlamentaria debería referirse a otros delitos que los de opinión (la Asamblea de Madrid ha hecho muy bien en anularla), ni la persona del rey debería ser inimputable en otras cuestiones que los actos de gobierno (ahora, según la Constitución, puede quedarse con tu moto, en un decir, por la cara) ¿No hay por ahí, en materia de prerrogativas reales, algo más prêt-a-porter que no incluya, como las rancheras y los monovolúmenes, a toda la familia?

Y aquí está la clave de un juicio con una pequeña multitud de procesados: destapa un sistema cortesano de flujos babosos y agusanados que se alimentaban con nuestros recursos y en el que, presuntamente, destacaron, en ligereza y desfachatez, los cargos públicos de Valencia y Baleares, y sus socios y cómplices necesarios, muy reverentes con la Corona, pero mucho más con las carteras propias y de los amigos. No hay más que ver la rapidez con que Francisco Camps, Nuestro Amado Líder, tapó el gigantesco agujero de la Fórmula 1, con dinero público. Y a Jaume Matas y su palacio al 50 %: otro vizconde demediado.

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