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Política del palo "selfie"

Ser un buen representante de los valencianos debería consistir en evitar la discriminación financiera o en no cerrar la única televisión en la lengua autóctona. El PPCV no solucionó lo primero y perpetró lo segundo, y sin embargo, es el único partido que se ha hecho un selfie en el parlamento valenciano con la senyera, cosa que debería hacerse mirar la izquierda con toda su valencianidad. Viene a cuento la reflexión a cuenta del postureo al que se han apuntado sin complejos nuestros políticos.

Parlamento viral. Instagram está haciendo mucho daño en los hemiciclos y tanto Enric Morera como Patxi López deberían prohibir el uso de «smartphones» entre sus señorías. La nueva generación de políticos ya apuntaba maneras pero esta semana el tono del show se ha elevado de forma exponencial. Andábamos pergeñando una crónica sobre el efectismo y el postureo parlamentario de la izquierda cuando nos atropelló la foto de la semana. El PPCV ha logrado una eficaz instantánea -el mar de senyeres en los escaños- que convierte a los populares en víctimas de la «razzia» identitaria del tripartito con la retirada de su Ley de Señas de Identidad. La ley tenía fecha de caducidad y ha sido más útil para los populares en su ocaso que en su alumbramiento. La «gestocracia» ha venido para quedarse.

Covadonga Peremarch (representante de la «nueva política) cobrará más de 3.000 pavos al mes por representar a los alicantinos en el grupo de no adscritos de las Cortes Valencianas tras ser expulsada de Podemos -su partido- por hacer trampas en las primarias. Nada, una fruslería, meter votos falsos en las urnas. Habrá quien dirá que eso al lado de Gürtel, Valmor y otras plagas es una nimiedad. Posiblemente.

Pero sin embargo es un test de la calidad política de nuestros representantes, demuestra la invalidez de las verdades absolutas e incapacita a quienes se ufanan por su superioridad moral.

Patadón. La política, como la vida, es como el fútbol. Hay dos formas de arrancar la jugada. O salir con el balón jugado o apostar por el patadón. Aquí el tiqui taca sería buscar la coherencia, lograr alianzas, huir de revanchismos, perseguir la suma y no la división. Los epítomes de la «nueva política» -con o sin rastas- optan por las soluciones de urgencia, y eso que los imaginábamos más dados a la parsimonia del plan quinquenal, por la herencia soviética y tal. El patadón, para entendernos, es la política del postureo, los atajos, las prisas, la obsesión por el eslogan y saltarse semáforos.

Igualdad. Respecto a la murga de la inclusividad „por la anécdota del niño de Carolina Bescansa en el escaño„ las mujeres ya están incluidas en el mundo laboral. A Carolina le ha caído una buena porque además de «posturera» tiene el riñón cubierto. Razón de más para que chirríe su pose amamante. Salvo quien esté en riesgo de exclusión -algo que vale también para los varones- y que afecta a mujeres discapacitadas, de etnias marginadas, extoxicómanas, paradas de larga duración, etc, lo del la inclusividad es una pamema.

En el Congreso hay guardería desde 2006 al parecer pero Bescansa dio pecho al bebé Dieguito porque no encontró otra forma de buscarse la vida, algo que hace la inmensa mayoría de los padres españoles.

Banalización. Nos encontramos ante el fenómeno de la banalización de la maternidad, de la conciliación, de la política en definitiva. No es feminismo lo que practica Bescansa. Feministas son Soraya, la Chacón o Susana Díaz. Lo de Bescansa es naturalismo. Banaliza también Joan Baldoví en el Congreso. Su charanga para reivindicar el grupo parlamentario propio no dignifica la demanda. Más bien nos recuerda a Pepe Isbert.

Grupo parlamentario. Está emocionante la cosa del Grupo Parlamentario nonato de Compromís-Podemos. Mònica Oltra y Ximo Puig dicen haber blindado el Consell contra las desavenencias de Iglesias con Sánchez. Pero habrá que estar atento a las próximas semanas. Yo a Puig lo veo confundido. Llama la atención la claridad y contundencia con la que Mónica ha pedido un pacto a la valenciana en Madrid mientras el President ofrece un discurso más bien balbuceante en ese ámbito. Se entiende el sinvivir del Molt Honorable. Puig no sabe a quién contentar, si a Oltra, a Pedro, a Susana? Lo peor es que corre el riesgo de descontentar a todos.

Lizondismo. Ante la más que evidente imposibilidad de cumplir su promesa electoral, Compromís seguirá invirtiendo en la pose, algo ya apuntado en la pasada legislatura. Eso no falla. Ay si Don Vicente levantara la cabeza. González Lizondo, para más señas.

Paradójicamente el nacionalismo ha obtenido del desaparecido líder regionalista -nunca suficientemente poderado- la inspiración para sus manifestaciones. Suyo fue «la nostra veu en Madrit». Él fue quien inventó la visibilidad valenciana «grosso modo». Los músicos de Baldoví y otras ocurrencias no son más que secuelas de aquella obra. Ya lo decía él: «ni uns ni atres, mosatros». (Que me perdone la AVL.)

CHIRIGOTA EN EL CONGRESO

Sobre la idea de Joan Baldoví de entrar en el Congreso con una banda de música. No parece casual que el cabeza de lista de Compromís-Podemos al Congreso eligiera el pasodoble «Chimo» para amenizar o solemnizar el estreno de los diputados de su grupo en la cámara baja. Sin embargo el pasodoble, en lugar de dignificar el acontecimiento, percute negativamente en la misión de recuperar la reputación valenciana. La exhibición -con todo el respeto para los intérpretes- denigra la música como expresión de lo valenciano, desprestigia el valiosísimo tejido musical de la CV y anima a la rechifla en el rompeolas de las Españas „siempre a punto Madrid para chotearse de lo que no sea castizo y huela a periferia„. No veo yo a Beiras acompañándose de gaitas para estrenar escaño, la verdad.

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