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Rebelde con causa

Más que hacerse, David Muñoz se ha cocinado a sí mismo. Es tan intenso e hiperactivo que verlo trabajar por televisión ya provoca estrés. El cocinero es todo un personaje que entusiasma a la cámara con sus obsesiones y su imagen de chico malo empeñado en ser diferente y perfecto. El documental en cuatro capítulos que Cuatro emite los domingos resulta un espectáculo visual convincente e interesante, que cuenta de manera creíble una buena historia de éxito. El programa se llama El xef porque el cocinero se ha empeñado en usar la x como marca de la casa en su restaurante Diverxo. También le ha dado por escribir su nombre con b z. ¿Qué pasa? Por algo Dabiz es el único tres estrellas de Madriz.

Él es marca y vende. Su imagen, reconocible y deseable para la publicidad, abarca desde una ginebra a un coche de lujo. El joven de 33 años con cresta y pendientes es también un líder, un creativo viajado y leído cuyo discurso valdría para llenar un curso completo de emprendedores. Esa mezcla de gamberrismo y perfeccionismo se transmite con fuerza hasta la televisión, en un escenario con forma de restaurante donde los cerdos vuelan y se mezclan imágenes de Tim Burton y La naranja mecánica de Kubrick.

Es un acierto de El xef transmitir verdad. Los secundarios, el equipo, suenan sinceros en sus opiniones y no solo se escuchan loas a lo que se cuece en un tres estrellas Michelin. También asistimos a las broncas, vemos los fallos y a David fuera del ritmo asfixiante de la cocina. Incluso han tenido el buen gusto, en el primer capítulo, de no sacar a Cristina Pedroche. Aunque en la entrevista a la madre, de fondo, se ve a la pareja en la portada del Diez Minutos. Era casi inevitable.

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