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Martí

La primera visita

A las faldas del Benicadell hay una pequeña población de algo más de mil habitantes, Atzeneta d´Albaida, que por primera vez verá a un presidente de la Generalitat recorrer sus calles. Un baño de realidad que ayuda a descongestionar el escenario político actual.

Mucho antes que los valencianos estuviéramos tan preocupados por el destino de uno de los tantos grupos parlamentarios que pueblan Madrid, había gentes que iban a las fábricas, se trabajaba la tierra o se vivía del mar. También abrían los negocios que mantenían muchos puestos de trabajo, y el resto tenía un empleo público o hacía horas en una oficina. La política es buena cuando menos altera el devenir cotidiano pero organiza con solvencia los asuntos comunes. Los nuevos han envejecido tan rápido que han olvidado que venían a rescatar personas, y ahora ordenan escaños. Luego se repetirán los sesudos análisis de la dichosa desafección, aunque se llama indiferencia, la mayoría de las veces ganada a pulso.

Mientras la vicepresidenta lleva días defendiendo su bandería, especialidad donde es experta, el presidente visita hoy Atzeneta d´Albaida, un laboriosa localidad de poco más de mil habitantes con un polígono industrial digno de estudio. Ximo Puig es el primer presidente de la Generalitat que visita la población. Ninguno de sus antecesores estimó conveniente acercarse a las faldas del Benicadell para conocer de primera mano las diversas empresas punteras en ropa y limpieza del hogar, así como las especializadas en higiene personal. En la mayoría de las casas valencianas, y españolas, hay productos hechos en Atzeneta. Parece una coincidencia, pero Puig también ha hecho de la limpieza política uno de sus principales preceptos de gobierno, y aunque lavar algunas manchas costará, dispone del producto oportuno.

Salir de vez en cuando de los muros del Palau para conocer la realidad de las pequeñas cosas favorece una gobernanza próxima, igual que tener interlocutores emprendedores, alejados de las intrigas partidistas, más preocupados en ganarse la confianza del consumidor que en el juego de las sillas de los partidos. Ximo Puig tiene el empeño de generar confianza en el tejido productivo valenciano, cualquier iniciativa en ese terreno será poca. El aire y la comida cerca del castillo le sentarán de categoría.

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