Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

thumb-isabel-olmos-(1).jpg

Los límites de la violencia

En un interesante congreso sobre países en vías de desarrollo y reparto de la riqueza al que asistí hace algunos años en Valencia se debatía sobre que es primero „ como el huevo y la gallina„: la pobreza o la violencia. Algunos asistentes defendían que es la situación de hambre y escasez la que genera una posterior violencia por la ira propia que genera la necesidad, mientras que otros defendían lo contrario, que es la actitud de los países del ´primer mundo´ la que da como resultado el empobrecimiento de continentes, estados y familias hasta la extremaunción. Pero recuerdo, sobretodo, la impactante reflexión que un asistente lanzó al auditorio: «qué generaba más violencia: romper un escaparate en una manifestación en una ciudad del corazón de Europa o abrir un McDonald´s en Somalia».

Sea como fuere, no se llegó a una conclusión unánime en cuanto a qué es muy violento o menos violento, sólo al consenso más o menos asumido de que la violencia, una vez nacida, crece y se reproduce „mucho„ pero rara vez muere. En qué momento comenzó en uno mismo esa violencia, en qué momento nos maltratamos, exigimos, criticamos sin piedad a nosotros mismos como no haríamos con nadie más. En qué momento comenzó en nuestras familias (con abusos de todo tipo desde físicos con golpes hasta emocionales y más sutiles todavía como faltas de respeto, abandono o violación del espacio y los límites personales desde niños). O en qué momento comenzó incluso en el propio país (con acciones limitantes de la libertad y los derechos de los ciudadanos, fomentando desigualdades sociales o faltando a la consideración las peticiones de una sociedad adulta). Quizás más que mirar hacia fuera a buscar culpables toque mirar hacia dentro y realizar el sano ejercicio de la introspección y chequearse el propio nivel de violencia. Más en estos tiempos donde uno de cada cuatro niños de 8 años sufre acoso en la escuela y donde otro, de 11, decide que quizás sólo quitándose la vida pueda llegar a frenar este mal que nace, crece y se reproduce a sus anchas sin apenas límites.

Compartir el artículo

stats